March 1, 2013

La Importancia de Ofrecer Servicios de Capellanía en el Idioma Natal de los Pacientes Hospitalizados

Nunca olvido ni olvidaré la invitación casi alegre a pesar del dolor y la preocupación, ese “sí, entre no más” proveniente de hombres y mujeres, de jóvenes y de personas de edad avanzada a los que visité como visitante pastoral voluntaria en los pisos donde se recuperan pacientes latinos(as) con enfermedades y complicaciones del corazón, y que en algunos casos esperan ansiosamente la llegada y la posibilidad de un trasplante de ese órgano que podrá salvarles la vida. 

Mi entrada a esas habitaciones de hospital siempre va acompañada de las miradas de los/las pacientes y a menudo de las de sus familiares o amigos/as. Miradas a veces tristes, a veces alegres, a veces esperanzadas o, las más preocupantes, las miradas de haber ya como haberse dados por vencidos en la lucha por la vida. En todas las situaciones en las que se encuentran estos/as pacientes, es evidente que el poder comunicarse en su lengua materna los/las lleva casi de inmediato a un espacio personal, muy suyo, donde sus espíritus siempre agradecidos pueden compartir sin esfuerzo su fe en Dios y en el poder sanador divino que guió las manos de sus médicos(as) y enfermeros(as) para devolverles a la vida. 

Mi presencia en esos momentos que considero sagrados, además de ser una amable compañía, sirve de testigo de estas declaraciones de amor a Dios, ofrecidas con frases sentidas, sencillas, honestas, íntimas, profundas y elocuentes. Son verdaderas oraciones que claman y alaban a un Dios en quien confían plenamente, un Dios a quien le piden con fervor que los/las saque adelante y les restituya la salud, un Dios a quien le dan gracias por haberles dado una segunda oportunidad, un Dios compasivo, lleno de amor a quien le comunican “Que se haga lo que Tú quieras Señor.”

Ante tal expresión de amor y fe en Dios, la plegaria intercesora que repite uno tras otro los deseos de estas almas fervientes, fluye con ternura de mis labios, afirmando con humildad que estamos ante la presencia divina, ante ese Dios presente ahora y siempre, ante Él, nuestro padre y madre, el que verdaderamente nos sana, Él, quien nos da la fortaleza para recuperarnos, para seguir cuidándonos y salir de nuevo al mundo a vivir plenamente esa segunda oportunidad que nos ha concedido. 

Después de saborear el silencio que surge espontáneamente de estas expresiones de amor y de piedad, los minutos finales de estas visitas tan conmovedoras son para escuchar atentamente las esperanzas, los planes para el futuro que todos/as tienen para cuando les den de alta del hospital. Hay más ánimo y soltura al hablar y yo percibo el deseo de salir recuperados(as) y volver a empezar al lado de los seres queridos. 

Al despedirme con un “Que Dios la bendiga” me llevo conmigo sus sonrisas y el “vuelva a verme mañana”. Aunque no les prometo volver, sé que algunos(as) de ellos(as) pasarán muchos días mejorándose o esperando. Cuando una segunda visita se da, nuevas oraciones fervientes acompañan nuestro encuentro. Cuando ese trasplante no llega a tiempo, mi oración se torna a los/as dolientes que necesitan la esperanza de seguir viviendo con los bellos recuerdos de ese ser querido que ahora y por siempre disfruta del abrazo amoroso de su creador. 

En muchos estados de este país se han promulgado leyes que requieren que los hospitales proporcionen servicios de intérpretes médicos profesionales a pacientes cuyo idioma no es el inglés. Sin embargo, lo mismo no ha sido establecido para los servicios de capellanía que ofrecen los hospitales de este país. Ojalá llegue ese gran día en que podamos decir que hay visitantes pastorales, visitantes eucarísticos y capellanes que hablan y ministran en las lenguas nativas de los pacientes de un hospital. Para mí, es un servicio y un trabajo de amor en Cristo, tan importante como los tratamientos médicos que se ofrecen para la recuperación de un ser humano que esté padeciendo de una enfermedad.