January 4, 2013

Dios Revelado….

...En visitas pastorales a ancianas latinas que viven solas.   (English)

Sorprende mucho enterarse que en este país haya tantas ancianas latinas viviendo solas, y más aún, que valerse por sí mismas a una edad avanzada, sea su deseo y determinación propia. No entendemos claramente esa realidad en la vida de muchos ancianos y ancianas en este país porque la mayoría de nosotros crecimos junto a los abuelos o junto a familiares que vienen a envejecer a nuestros hogares. En nuestra cultura latina y en otras varias culturas, cuidar del anciano o la anciana en el hogar familiar ha sido y todavía es una de las reglas de la vida. Uno de los hijos o de las hijas se ofrece y se encarga de albergar a sus padres entrados en edad. Y, en parte, lo hacen sabiendo que los que más se benefician son los nietos, las nietas, los sobrinos o las sobrinas. Para nosotros los abuelos y las abuelas son un tesoro lleno de sabiduría y dulzura. 

Al entrar en los hogares de las ancianas que visito con el fin de ofrecerles apoyo pastoral me encuentro ante verdaderos museos del recuerdo, colectados amorosa y fielmente por la reina y señora soberana de su espacio sagrado. No hay rincón que no se muestre adornado con algo que prodigue placer visual, algo que acompañe de alguna forma el diario vivir de su dueña. 
La conversación acompañada de la tacita de café, llena los resquicios solitarios del espacio; el ambiente se torna íntimo, y como las pequeñas explosiones de las lucecitas de bengala, la presencia del Espíritu divino y la acción de Dios nos llena de luz la mirada, la sonrisa y el aposento. Las expresiones del terruño, al instante nos llevan al país que siempre añoramos, dejando fluir la historia de una juventud llena de sueños y aventuras, el recuento de las obras realizadas, de alegrías presentes y pasadas, de tropiezos, sufrimientos, y sobre todo, la realización de una vida vivida a plenitud centrada a través de sus etapas en una fe férrea en Papa Dios que nunca abandona, que las acompañará hasta el final de sus días y las llevará a su reino eterno. 

La visita no termina hasta compartir la historia de la última foto familiar situada en el centro del altar con velones alumbrando al Cristo crucificado, a las vírgenes y a los santos predilectos. Se trata del familiar que necesita la ayuda de todos los poderes celestiales y por el cual se ofrecen oraciones hasta que pase la crisis. Es en este momento en el que para agradecer las atenciones y el privilegio de ser recibida, le tomo las manos a mi anfitriona y delante de sus santos protectores la invito a que oremos por ella y su salud, por toda su familia, por el familiar que la preocupa y la vez, rendimos alabanza a Dios Padre misericordioso que nos prodiga todo, con sólo pedírselo con fe y esperanza. 

No salgo de ese hogar sin decir sí, a la invitación de volver pronto, sin afirmarle que Dios se deleita en su fe, en su perseverancia y en su fortaleza. En el abrazo de despedida alabo a Dios por hacerme instrumento de su amor y el poder servir de escucha y compañía a almas fervientes como la de Marcela, a quien volveré a visitar las veces que lo pida o lo necesite. Dejarla sonriente en la puerta de su hogar, es la bendición de Dios para mí, y lo que anima mi labor de servir con amor y humildad en nombre de Cristo.