December 4, 2014

El Cuerpo De Cristo, Pan Del Cielo

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La diócesis de Eastern Massachusetts con la guía entusiasta y el liderazgo del Ministro de Jóvenes diocesano, anualmente organiza retiros espirituales para chicos y chicas de todas las edades. La diócesis cuenta con un campamento bellísimo dotado con un espacio extenso en medio de un bosque, un lago y todo lo necesario para albergar y ofrecer todo tipo de actividades a estudiantes tanto de la escuela media como de la escuela secundaria. También este campamento ofrece estadías de una semana a diferentes grupos de jóvenes, así como a familias en invierno y en verano. 

Hace una semana tuve la dicha de participar en un retiro ofrecido a estudiantes de séptimo y octavo grado. Mi labor era servir en el papel de acompañante espiritual y de apoyo pastoral para toda persona que lo necesitara en cualquier momento. Debo decir que quedé sorprendida y llena de admiración al descubrir que estos retiros son creados, organizados y liderados por el Concejo de Jóvenes de la Diócesis. Siendo nuestra diócesis una de las más extensas en geografía, número de congregaciones y culturas en la Iglesia Episcopal, a estos retiros asisten muchos participantes además de los adultos que acompañan a cada grupo de cada congregación. A este retiro asistieron ciento setenta y cinco estudiantes incluidos veinte jóvenes de escuela secundaria a cargo de la organización y las actividades que empezaron el viernes en la noche y terminaron el domingo después del almuerzo. 

El tema del retiro era explorar “El Árbol de la Vida”. Entonces y como se podrán imaginar, se organizaron grupos que se rotaban para que los presentes llegaran a conocerse y a relacionarse y también hubo grupos de discusión con actividades para las cuales estos jóvenes habían preparado preguntas relativas a nuestra vida vista como un árbol. Nos invitaban a que escribiéramos las respuestas al referirnos a las raíces, al tronco, a las ramas y a las hojas del árbol que cada grupo iba formando con papel y marcadores de colores. Había quince grupos de chicos y chicas y cuatro grupos de personas adultas acompañantes. Cada grupo fue facilitado por un líder del grupo de jóvenes. 

Las paredes del salón donde se llevaron a cabo estas actividades se llenaron de los más pintorescos árboles que al mirarlos traían sonrisas y alegres comentarios por lo imaginativo, lo artístico y lo interesante de lo escrito en sus diferentes partes. 

Y no se diga lo que fue la fiesta del sábado en la noche. Era participar de un despliegue de estilos de música y bailes, movimientos del cuerpo y gritos de felicidad mientras todos y todas sin falta cantaron a voz en cuello y bailaron sin parar durante las tres horas que duró esta actividad. 

Los jóvenes también se encargaron de orar antes de las comidas y de las actividades y prepararon presentaciones orales para guiar las actividades en círculo: un servicio de completas alumbrado con velas y acompañado de música suave en vivo. También se encargaron de organizar prácticas espirituales, el servicio del domingo en la mañana y la clausura del retiro. Todo fluyó y la verdad es que no hubo nada fuera de lugar o que tuviera que rectificarse. Hasta las comidas reflejaron la diversidad de culturas representadas en los participantes en este retiro.
  
Fuera de servirles como su acompañante espiritual y pastoral, aprendí a preparar el pan para la comunión siguiendo la receta de la orden monástica de San Juan Evangelista mientras que invitaba a cada participante a reflexionar y expresar su propio significado del sacramento de la Comunión. 

El domingo durante el servicio de adoración, servir en el altar y ayudar a ofrecer la comunión llenó mi alma de un gran gozo. Nunca antes había sentido tanta felicidad al ofrecerles a estas almas anhelantes el alimento del cuerpo y la sangre de Cristo. Fui partícipe de lo sagrado de ese momento y bendecida al conectarme con la luz y el fervor emanando de los ojos de cada persona, deseosas de recibir el sagrado alimento. Experimenté en lo más profundo de mí y conmovida lo sentido y expresado en diferentes maneras durante este retiro: que somos en persona y como comunidad, partes integrales del Cuerpo de Cristo, Cristo nuestro Pan del Cielo.