January 31, 2011

El cuidado y la alimentación de los sacerdotes

En mis 14 años de haber estado casada con un sacerdote, fui testigo de todas las maneras posibles en que una feligresía cuida a su sacerdote.

No me malinterpreten, sé que la feligresía le paga a su sacerdote y que es tanto un empleo como una vocación, pero mi experiencia me ha llevado a creer que una manera de medir la salud de una iglesia es ver la manera en que interactúa con su sacerdote y lo cuida.

No creo que la riqueza de la feligresía – o la falta de ella – o la asistencia los domingos – alta o baja – sean factores que influyan en el cuidado y la alimentación de los sacerdotes. Hemos servido en una variedad de iglesias, desde en feligresías rurales pequeñísimas hasta grandes iglesias suburbanas, de creación reciente y de cabeza de condado.

El mejor ejemplo de una feligresía que cuida a su sacerdote es una comprometida a dar gracias por las pequeñas cosas. Los feligreses envían notas regularmente al sacerdote y a su familia. ¡Gracias por su ministerio!

Cada varios meses una feligresa da una tarjeta de regalo de $20 ó $50 para que el sacerdote salga a comer con su esposa o lleve a sus hijos al cine. Sabemos que este ministerio a veces es especialmente difícil para la familia.

La parroquia celebra el aniversario de su inicio con pasteles y tortas. Lo apreciamos.

En el aniversario de la ordenación, la parroquia ofrece plegarias especiales. Damos gracias a Dios por usted.

Cuando el sacerdote necesita un voluntario, la gente se ofrece. Cuando ven una oportunidad para misión, ofrecen liderarla, en lugar de quejarse o esperar a que el sacerdote haga todo el trabajo. ¿En qué puedo ayudar?

Sí, al sacerdote le están pagando por su trabajo en la iglesia y algunos pueden decir que la remuneración monetaria es suficiente. Pero dos cosas que cuentan mucho en las iglesias son las relaciones y la comunidad. Esperamos más de nuestros amigos y de nuestra familia que las transacciones requeridas y esperamos que nuestros jefes reconozcan nuestros esfuerzos.

Me parece (y admito que tengo un cierto sesgo) que si nuestras iglesias tomaran en serio el cuidado y la alimentación de los sacerdotes, esa bondad y ese espíritu de generosidad se diseminaría por la feligresía. Empezarían a interactuar con amor y misericordia entre sí, con gentileza y hospitalidad hacia los extraños.

¿Quién sabe cómo podría transformar eso a nuestras iglesias… y a nuestros sacerdotes?