April 29, 2015

El sacramento de las tarjetas de identificación

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El tercer domingo es domingo de mezcla en St. Mary’s. Unimos nuestros tres grupos de culto de los domingos: dos grupos de los servicios religiosos en inglés y uno del servicio religioso en español, y el grupo de Trinity Church, nuestra feligresía vecina, con la que compartimos nuestro sacerdote adjunto. Ellos también tienen un servicio religioso en inglés y uno en español. El servicio del tercer domingo es bilingüe y tenemos un sermón interactivo con los niños en el centro de la acción.

La lectura era sobre el Jesús resurrecto diciéndoles a los discípulos “La paz sea con vosotros”. Nancy Frausto, mi coconspiradora en el ministerio compartido Trinity-St. Mary’s, habló con los niños sobre la paz. Practicaron pasarse la paz, algo que puede llenar de entusiasmo hasta a los niños de un año de edad. Invitaron a la gente de los cinco servicios religiosos de St. Mary’s y de Trinity a que se saludaran por nombre al pasarse la paz.

El proceso de hacer las tarjetas de identificación no fue fácil: se nos acabaron las tarjetas y tuvimos que rebuscar los armarios de la oficina para encontrar más. No había suficientes marcadores. Algunos de los niños no habían entendido bien su papel de ayudantes. Parecía que iba a ser un proceso largo. El organista empezó a tocar suavemente el himno “Que haya paz en la tierra y que comience por mí”.

Desde mi punto de vista en el frente de la iglesia, vi cómo el caos se convertía en sacramento. La música reunió y calmó a la hermosa gente de nuestra feligresía mientras que preparaban las tarjetas de identificación. La dedicación con que colaboraron para este pequeño experimento de formación de comunidad me conmovió. Nada sobre esto ha sido fácil. Los miembros antiguos de Trinity y de St. Mary’s están sufriendo por la todavía mayor pérdida que se avecina. Nuevos vecinos se han unido a nosotros en esta jornada, trayendo sus propios temores y pérdidas. Nos sentimos un poco incómodos entre nosotros y nos preocupa si podrá haber suficiente espacio para todos nosotros en la nueva mesa que estamos creando.

No hay romance y muy poca magia en la labor de ser una iglesia multicultural y plurilingüe. Hay trabajo arduo y resistencia, malos entendidos y sospechas mutuas. En nuestros mejores momentos, probamos pequeñas cosas como saludarnos por nombre, empleando viejas tarjetas de identificación que encontramos en el fondo del armario. Que haya paz en la tierra y que comience por mí. No mágico, pero sagrado.

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