July 12, 2011

Por qué Alberto Cutié importa

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El nuevo show de charla durante el día del Padre Alberto Cutié debutó ayer. ¿Lo vieron?

El debut de “Padre Alberto (Father Albert)" generó conversación en la página Episcopal Café en Facebook, con comentarios que variaron desde esperanzas hasta curiosidad y desdén. “Y nos debe importar… ¿por qué?”, escribió un sacerdote episcopal.

Conocí brevemente al Padre Cutié hace dos años y debo confesar que lo hice con ese último interrogante muy en mente. Ante todo, no miro mucha televisión y los programas durante el día me interesan todavía menos. Había oído hablar del Padre Oprah, había visto sus libros en Barnes and Noble, pero no había conectado con la idea de un padre célibe que dispensara consejos sobre las relaciones. Segundo, el Padre Cutié había entrado a la Iglesia Episcopal en un momento especialmente difícil en mi vida. Me acababan de rechazar del proceso de ordenación en la Diócesis de Nueva York y realmente me había dolido lo rápidamente que el Padre Cutié había pasado a ser un sacerdote episcopal en la Diócesis del Sudeste de la Florida. Recuerdo haber bromeado que probablemente las cosas hubieran sido diferentes para mí si hubiera sido una estrella de la televisión, más guapo, con millones de aficionados...

Aproximadamente un año después mi actitud había cambiado. Este fue el motivo:

Una historia cada vez más compartida
El rostro de la Iglesia Episcopal está cambiando rápidamente. En la actualidad los latinos constituyen uno de los segmentos – por no decir el segmento – de más rápido crecimiento de la Iglesia Episcopal. Esto refleja cambios más amplios en la demografía de Estados Unidos. Como se señaló en A (Uni)Vision for Life After A Mass Market, los demógrafos de la Dirección del Censo predicen que para el año 2042 las minorías raciales y étnicas representarán más de la mitad de la población de Estados Unidos y que más del 30 por ciento de ellas se considerarán hispanos.

En este contexto, la historia de Alberto Cutié – la de un latino que lucha por vivir dentro de las restricciones de la Iglesia Católica Romana – es una historia poderosa con la que se pueden identificar millones de personas. Eso fue muy evidente en la entrevista por radio en español que concedió a otra sacerdote episcopal, la Reverenda Anna Lange-Soto. En esa entrevista habló sobre las muchas personas que encontró como sacerdote católico romano: mujeres que permanecieron en relaciones de maltrato en lugar de divorciarse; personas divorciadas a las que se les negaba la comunión; parejas que luchaban con las enseñanzas de la iglesia sobre los anticonceptivos, etc. Continoú diciendo que es miembro de la Iglesia Episcopal porque no tratamos la comunión “como un premio”, sino como el cuerpo de Cristo que se ofrece a todos.

Amor Atrevido
Si bien a algunos les pueden disgustar los elementos escandalosos de la historia personal de Alberto Cutié, yo personalmente oigo en ella un eco de la naturaleza escandalosa del amor. El amor ocurre, como nosotros como Iglesia parecemos estar diciendo, y Cutié está conectando hábilmente su propia historia a las experiencias de aquellos cuyo amor a Dios y al prójimo se denigra regularmente: mujeres llamadas al sacerdocio y personas con diferentes orientaciones sexuales que desean casarse.

En esa misma entrevista de radio, un radioyente lamenta el punto de vista de los católicos romanos sobre las personas con diferentes orientaciones sexuales y pregunta cuál es la posición de la Iglesia Episcopal al respecto. La precisión de su respuesta es notable. Primero expone la habilidad de la Iglesia Episcopal de tener diferentes puntos de vista sobre este tema tan tenso y expresa su propia creencia de que debemos luchar por la igualdad de los que tienen diferentes orientaciones sexuales. Proporciona un fundamento bíblico, señalando la manera en que la descripción de Pablo sobre la pederastia difiere de las relaciones entre adultos que consienten a ellas; habla sobre la manera en que la Iglesia Episcopal de la bienvenida a todos y termina con una llamada específica a los padres latinos para que amen a sus hijos con diferentes orientaciones sexuales.

Es en momentos como éstos que la destreza del Padre Cutié como comunicador sale a la luz, refinada, sin duda, por sus años como personalidad de la televisión. Mi sincera esperanza es que nosotros como Iglesia podamos encontrar la manera de dar la bienvenida a estos muchos dones y a emplearlos para seguir proclamando estas Buenas Nuevas.

¿Por qué nos debe importar Alberto Cutié? Como episcopal me importa porque es miembro de mi Iglesia, porque su jornada personal lo condujo a este hogar espiritual, porque oigo aspectos de mi propia historia en esa jornada y porque es un comunicador diestro que nos trajo a mí y a muchos otros a la Iglesia Episcopal. Y si bien probablemente nunca seré un gran admirador de su programa de charla (aunque nunca se sabe…), soy un admirador de su habilidad de unir los mundos poco probables de unirse de un show de charla durante el día con la fe genuina.