March 2012
Death and Resurrection

Cortejados por los Presbiterianos

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Primero aprendimos a alquilar y administrar un parqueo. Después aprendimos a alquilar grandes partes de nuestro extenso campus en el centro de la ciudad. Después tratamos de reducir expensas y tal vez ganar un poco de dinero y a la vez ayudar a las feligresías más pequeñas a ahorrar dinero pagándonos para que hiciéramos todo por ellas, desde contestar sus teléfonos hasta preparar sus boletines. Después lanzamos un esfuerzo para comprar propiedades comerciales no relacionadas para aumentar nuestros ingresos. Ahora estamos siendo “cortejados” por una feligresía presbiteriana que tal vez algún día cohabitará con nosotros en nuestros edificios.

Trinity Church, de Buffalo, es una feligresía de 175 años de antigüedad con edificios de 125 años inscritos en el Registro Nacional de Lugares Históricos. Cuesta $250,000 simplemente abrir nuestras puertas y no tenemos un legado que valga la pena mencionar. En el pasado muchas de las familias más adineradas de Buffalo eran miembros de nuestra iglesia, pero ahora somos anfitriones de una diversidad socioeconómica que no se ve en la mayoría de las feligresías episcopales. Leer esta descripción podría hacer que uno supusiera que Trinity está luchando por sobrevivir, pero en realidad el año pasado nuestra asistencia aumentó un 30%. Sin embargo, si bien somos una feligresía de más de 600 familias, tendríamos que convertirnos en una iglesia gigantesca para costear nuestras instalaciones y un programa dinámico con sólo los aportes de los feligreses.

Sobrevivir como feligresía urbana en una ciudad pobre en decadencia fue lo que inspiró a una feligresía presbiteriana local a ponerse en contacto conmigo a fines de 2010. El edificio de ellos es todavía más grande que el nuestro y, además, está configurado de manera tal que es menos apto para el tipo de programa de alquileres que tenemos nosotros (nuestros inquilinos incluyen la Liga Urbana, los Servicios para Jóvenes Gay y Lesbianas y un importante programa médico de tratamiento de grupo de la drogadicción y el alcoholismo, además de una compañía de seguros cercana que alquila nuestros setenta espacios de parqueo). Así que su pastor y alguien del liderazgo laico me invitaron a desayunar para explorar mi interés en un posible “arreglo”.

Me impresionaron con su previsión y coraje. Les quedan un par de millones de dólares en su legado, suficiente, dijeron, para hacer algo realmente bueno en términos de extensión y programas, pero no suficiente para reparar todos el deterioro de su edificio. No querían hundirse con el barco y poner lo que quedaba de sus recursos en un agujero negro sin fondo.

Si uno maneja en cualquier dirección desde Trinity, pasa el armazón vacío de lo que solía ser un lugar floreciente. Edificios señoriales con extraordinarios detalles labrados a mano adentro y afuera, abandonados y pudriéndose como un sicómoro gigantesco caído en el bosque, salpican el panorama de Buffalo. Estos presbiterianos tenían grandes ambiciones. Estaban buscando otra feligresía con la que se pudieran mudar y asociarse para hacer “cosas cristianas de onda”, como lo llamaron. Nosotros éramos una de las dos iglesias con las que se pusieron en contacto, por nuestra fama, nos dijeron, “de haberlo hecho funcionar”.

En cuestión de meses, un grupo de la junta parroquial de Trinity y miembros de su Sesión estaban hablando e intercambiando información. Después el diario local se enteró de la actividad y publicó una nota en primera plana. Como resultó ser, su liderazgo estaba muy a la vanguardia de su feligresía y el artículo fue una sorpresa desagradable para muchos. Así que ahora se están esforzando en recoger a los rezagados antes de continuar nuestras conversaciones con nosotros.

Trinity es sólo una de cientos de feligresías urbanas que luchan por abrirse paso en un mundo en el que las culturas cambiantes y las economías de escala requieren agallas y un gran sentido común para sobrevivir en ellas. No tenemos idea si nos convertiremos o no en un nuevo modelo de ingeniosidad urbana: una comunidad Episcopal-Presbiteriana que funciona como un híbrido o simplemente dos feligresías que comparten un espacio… o ninguna de las dos cosas.

Lo que sí sabemos es que la oportunidad surgió a causa de todas las demás cosas que hemos estado haciendo para hacer que nuestros edificios se pagaran a sí mismos, para poder costear ministerio, misión y programa. De verdad que una cosa lleva a la otra.

The Rev. R. Cameron (Cam) Miller es rector de la Iglesia Episcopal Trinity, en Buffalo, Nueva York.

This article is part of the March 2012 Vestry Papers issue on Death and Resurrection