March 2014
Building Strong Teams

Un Plano Para el Cambio

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Si se detienen un domingo en la Iglesia Episcopal St. Augustine’s, en Brooklyn, entran en una iglesia llena de gente proveniente de Estados Unidos, el Caribe y otras partes del mundo: bebés, niños, adultos jóvenes, padres y abuelos. Todos ellos son recibidos cálidamente en la puerta y se puede encontrar parroquianos jóvenes y viejos sentados en los bancos, cantando en el coro, liderando las lecturas y las oraciones o preparando comida para la recepción después del servicio religioso.

Si pasan por allí durante la semana, podrán encontrar un grupo de personas mayores disfrutando el almuerzo y la conversación después de un servicio de culto. O tal vez están a tiempo para artes, artesanías, gimnasia o hasta un taller para adquirir destrezas básicas de computación. Si vienen después del horario escolar probablemente oirán las risas de los escolares que participan en nuestros programas para después del horario de clase. O puede ser que encuentren a un miembro de nuestros personal hablando con una pareja sobre su próxima boda.

Nuestra dinámica iglesia además de estar llena de vida está muy conectada con nuestra comunidad y con la Iglesia Episcopal a los niveles diocesano, provincial y confesional.

No siempre fue así. A principios de la década de los 1980, cuando la feligresía bajó vertiginosamente de cerca de 1,000 a 40 miembros, era hora de que la feligresía - y sus líderes- enfrentaran algunas verdades difíciles.

Al igual que muchas iglesias, habíamos tenido nuestros buenos y malos tiempos. Fundada en 1875 como la primera Iglesia Episcopal para gente de color en Brooklyn, habíamos tenido muchos domicilios, tanto nuestros como alquilados, y visto los edificios de nuestra iglesia completamente destruidos por incendios. Además, habíamos abierto y cerrado dos escuelas. Hemos estado bendecidos con rectores carismáticos, capaces de rescatarnos después de cada traspié y, con el correr del tiempo, los mismos desafíos, a menudo relacionados con las finanzas, empezaron a surgir. La feligresía estaba nuevamente en deuda y necesitábamos cerrar la escuela. La gente se estaba yendo de la Iglesia. El sacerdote había renunciado.

Era hora de dar fin a este patrón que se había repetido tantas veces: la junta parroquial renunció, posibilitando que el obispo hiciera que St. Augustine’s pasara a ser una parroquia asistida y que tomara las riendas de nuestros asuntos.

Verdades dolorosas

Una de las primeras verdades que enfrentamos - y posiblemente la más difícil- fue el papel que nosotros, como líderes de la Iglesia, habíamos desempeñado en ese ciclo. A lo largo de muchos años, la feligresía y la junta parroquial habían permitido que nuestros rectores estuvieran a la cabeza, no solamente en la parte espiritual, sino también en los aspectos administrativos de nuestra feligresía. Dejamos de prestar atención y permitimos que demasiado poder estuviera centrado en una persona.

Era hora de que la feligresía adoptara un nuevo modelo de liderazgo en el que el laicado reclamara su papel de participante pleno en la toma de decisiones.

La reconstrucción

Nuestro equipo de liderazgo estaba enfrentando algunos grandes desafíos: St. Augustine’s tenía una deuda de un millón de dólares y nuestros edificios estaban en decadencia. Además, no teníamos ningún seguro.

Trabajando con el obispo, el personal diocesano y los mayores volvimos a aprender a manejar una feligresía: actualizamos nuestros estatutos anticuados, establecimos normas sobre cómo queríamos trabajar unidos e identificamos tareas concretas que se deberían realizar para dejar de ser una parroquia asistida y prepararnos para el día en que saliéramos de esa situación y nuevamente pudiéramos elegir nuestros líderes laicos.

Cuando el obispo nombró a un nuevo sacerdote interino que posteriormente se convirtió en el sacerdote a cargo, el comité del obispo estaba determinado a hacer que esta nueva relación fuera una verdadera asociación. Debido a que la feligresía no tenía voz en la decisión de nombramiento del obispo, algunos se preguntaron si St. Augustine’s estaría nuevamente liderado por “otro hombre que dictaría”. Estos temores pronto desaparecieron cuando el nuevo sacerdote, Howard Kently Williams, empezó a comunicarse con miembros establecidos de la feligresía, a visitarnos en nuestros hogares, a hablar y escuchar y a compartir su creencia de que la única manera de salir adelante era crear un fuerte equipo laico-sacerdocio.

De estas conversaciones se identificaron áreas específicas de interés y preocupación. Posteriormente se formaron tres comités para trabajar en ellas: de finanzas, liderazgo y espiritualidad y formación. Debido a que la parroquia seguía siendo una parroquia asistida, los miembros fueron nombrados por el obispo en lugar de elegidos y se pidió a miembros de la feligresía antiguos y recientes que sirvieran en esos comités. Los comités se reunieron mensualmente, trabajaron con agendas, levantaron actas y establecieron procedimientos para dar cuenta de los fondos recaudados, algo que era normal en muchas feligresías pero nuevo para nosotros en St. Augustine’s.

A medida que trabajamos empezamos a organizar los diferentes asuntos: agrupamos organizaciones y funciones, analizamos las causas raíz de nuestros problemas y sentamos prioridades para decidir qué se debería hacer primero.

A medida que nuestra labor progresó, descubrimos y priorizamos tres áreas en las que nos deberíamos concentrar:

  1. Espiritualidad y formación – nuestro alimento
  2. Misión y ministerio – nuestro trabajo
  3. Administración y finanzas – nuestra infraestructura

Espiritualidad y formación

Inspirándonos en 1 Corintios 12:12-13, nuestra primera concentración fue hacernos discípulos participando en la vida de Cristo. Además del culto dominical, creamos oportunidades para estudio de la Biblia, retiros, revitalizaciones, meditación cuidados pastorales y escuela dominical. En la Pascua, sólo unos pocos meses después de que el padre Howard Williams se uniera a nuestra feligresía, nuestra pequeña feligresía dio la bienvenida a 1,000 feligreses, muchos de ellos traídos de regreso por el optimismo y la confianza expresada por los mayores. Corrió rápidamente la voz por toda la comunidad sobre el “dulce, dulce espíritu renovado en 4301 Avenue D”.

Ahora, 14 años después, nuestra concentración en la formación sigue siendo nuestra prioridad principal.

Misión y ministerio

Conscientes de que estábamos reconstruyendo nuestra feligresía y de que teníamos una deuda considerable, nos fijamos en qué teníamos en abundancia: nosotros mismos. Tomamos seriamente el saludo al final de cada Eucaristía: “Salgamos en el nombre de Cristo. Id en paz para amar y servir al Señor”. Nos retamos a salir, no sólo una vez, sino una y otra vez, como individuos y en nuestros diferentes ministerios, para aprender sobre nuestra comunidad, preguntando cuál era el llamado del Señor para cada uno de nosotros. Sabiendo que el acto de salir a veces puede ser difícil, invertimos en capacitar a nuestros líderes de ministerios para que miraran dentro de sí mismos y emplearan los talentos de sus miembros para descubrir la conexión entre nuestras vocaciones y nuestros dones y lo que estábamos aprendiendo sobre nuestro vecindario inmediato.

Y nos dimos permiso para hacer la labor para la que habíamos sido llamados, invitar a otros a que se nos unieran y buscar los recursos que necesitábamos para apoyar esos ministerios.

A medida que empezamos a tener una relación más profunda con nuestra comunidad, encontramos que nuestros ministerios se estaban expandiendo más allá de actos de socorro inmediato, como alimentar a los hambrientos y vestir a los necesitados. Ahora, 14 años más tarde, encontrarán miembros de la Iglesia participando activamente en programas relacionados con la sustentabilidad, tales como becas educativas para jóvenes y adultos, las Girl Scouts, los Boy Scouts, programas de nutrición, sociales y de apoyo financiero a feligresías anglicanas fuera de Estados Unidos. Establecimos relaciones estrechas con los primeros respondedores en el 670 precinto y con políticos locales. Permanecemos al tanto de asuntos locales, estatales y nacionales que pueden tener un impacto negativo sobre nuestros jóvenes y ancianos. Nuestros miembros están invitados a hacer que sus voces se oigan en temas importantes para ellos participando en el proceso político ya sea escribiendo cartas, realizando esfuerzos de cabildeo en Albany o en Washington, o en otras formas de fomento y defensa. Además, miembros de St. Augustine’s han buscado activamente y han sido elegidos o nombrados para participar en comités eclesiásticos a niveles diocesano y provincial, y también han servido como delegados de convenciones a nivel confesional.

Uno de los signos más visibles de los esfuerzos de extensión de nuestra comunidad se puede ver en nuestro servicio religioso anual para la policía, los bomberos y los técnicos de emergencias médicas que se celebra en un domingo de octubre. En esta celebración de toda la parroquia, reconocemos y agradecemos la dedicación y el servicio de estos individuos, muchos de los cuales son amigos personales nuestros. Rendimos culto juntos en el santuario y después salimos afuera, si lo permite el tiempo, donde las calles circundantes están cerradas para permitir las festividades, incluyendo un delicioso festín frente a la iglesia.

Administración y finanzas

Durante nuestros años de reconstrucción, nunca perdimos de vista la importancia de tener un buen sistema administrativo y finanzas estables. A medida que fuimos creciendo en la práctica de nuestra fe y en nuestro discipulado en la comunidad, empezamos a tener más miembros y nuestras finanzas comenzaron a mejorar. Si bien saldar la deuda, comprar seguros y mantener nuestros edificios demostraron ser objetivos alcanzables, nunca permitimos que definieran la dirección hacia la que nos encaminábamos como feligresía. Seguimos estando centrados en servir a Cristo.

Nuestro compromiso para sobreponernos a nuestros antecedentes de mala administración nos llevó a elaborar las directrices que empleamos en la actualidad. Conocidas como ‘Los Grandes 7 Elementos de la Administración’ y los ‘Grandes 6 Elementos de las Finanzas’, estas prácticas permanecieron concentradas en nuestra misión de restaurar a todos los pueblos a la unión con Dios y unos con otros en Cristo. (LOC).

Los Grandes 7 Elementos de la Administración (plan, personal, propiedad, programa, procedimientos, sistema de gobierno y normativa) nos ayudan a evaluar todas las ‘buenas ideas’ que tan fácilmente pueden captar las imaginaciones y hacer que la gente empiece a soñar en ‘qué pasaría si’. Un elemento central de todas las conversaciones es un repaso de cómo y dónde contribuye al alcance de nuestras metas generales de:

  • Brindar oportunidades para que nuevas personas pasen a formar parte de nuestra comunidad de fe.
  • Conocer y cuidar a todas las personas en nuestra parroquia.
  • Redescubrir constantemente que nos pertenecemos los unos a los otros y que somos uno en Cristo.
  • Desarrollar y mantener una relación positiva entre nuestra parroquia y la comunidad en general.
  • Dar la bienvenida a todas las personas y respetar la dignidad de todos los seres humanos.

Cuando iniciamos esta labor, invitamos a miembros de nuestra feligresía a que compartieran su tiempo y talento participando en la elaboración de los procesos y procedimientos que nos guían. Aprovechamos y empleamos las destrezas y los talentos no sólo de los miembros de la parroquia sino también de nuestros vecinos. En St. Augustine’s, cuando hablamos de personal incluimos a los voluntarios pasados, actuales y futuros que hicieron, hacen y harán que nuestros numerosos programas, ministerios y comités de liderazgo funcionen sin problemas.

Desarrollar los Grandes 6 nos permitió crear principios y procedimientos financieros sólidos, una parte esencial de esta labor. Nuevamente, recurrimos a las destrezas y talentos de nuestros miembros para que nos ayudaran a pensar en las mejores prácticas y a aplicarlas a la preparación de presupuestos, a las inversiones, a la recaudación de fondos, al inicio de un legado y a la obtención de subsidios, así como al establecimiento de prácticas contables sólidas y de comités de supervisión de esos elementos.

St. Augustine’s en la actualidad

En la actualidad, St. Augustine’s sirve como un modelo de equipos de liderazgo laico-sacerdocio fuertes. Seguimos estando organizados alrededor de nuestras 3 áreas de concentración, con nuestro sacerdote supervisando la espiritualidad y la formación, la junta parroquial y un coadjutor supervisando la misión y el ministerio, y otro coadjutor supervisando la administración y las finanzas. Dentro de cada una de esas áreas hay una variedad de comités o de grupos de trabajo cuyos líderes se reúnen mensualmente con el sacerdote y la junta parroquial en nuestro consejo parroquial.

Tenemos una fuerte cultura de transparencia e instamos a todos los líderes de nuestro consejo parroquial a que compartan la mayor información posible con sus diversos ministerios y la feligresía para asegurar que haya comunicación constante. Reconociendo que nuestra fortaleza sigue estando en nuestros miembros, tanto nuevos como viejos, nuestros líderes están autorizados a convertirse en embajadores que invitan a otros a participar. La capacitación permanente ayuda a nuestros miembros y a nuestros vecinos a familiarizarse con nuestra misión, organizaciones y programas.

Haber mantenido nuestra concentración en nuestros tres principios organizativos de espiritualidad y formación, ministerios y misión, y administración y finanzas ha permitido que St. Augustine’s haya incrementado su número de miembros y alcanzado viabilidad financiera. En 2003, la iglesia recuperó su condición de parroquia plena. La deuda anterior ha sido saldada. La iglesia y sus edificios complementarios han sido restaurados.

St. Augustine’s evoluciona constantemente y, a la vez, seguimos creciendo en la gracia de Dios. Estamos orgullosos de nuestro progreso y seguiremos perseverando intencionalmente y viviendo nuestra misión.

Y en la actualidad, en cualquier domingo, la iglesia está llena de feligreses que luego salen al mundo - y a la comunidad- a “amar y servir al Señor”.


Birdie Blake-Reid es miembro vitalicia de la Iglesia Episcopal St. Augustine’s en Brooklyn, NY. Fue miembro del comité del obispo, coadjutora, presidenta de los comités de estatutos de la junta parroquial y de nombramientos y elecciones, presidenta de Mujeres de la Iglesia Episcopal y superintendente de la escuela dominical. Es docente jubilada y fundadora del primer centro de cuidados las 24 horas como ejecutiva del Centro de Desarrollo Infantil DAWN
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Recursos

This article is part of the March 2014 Vestry Papers issue on Building Strong Teams