November 2014
Sharing Our Stories

Recopilación de nuestras historias

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A lo largo de los últimos varios meses, dos personas que empezaron recientemente a asistir a Church of the Advent me preguntaron cómo podrían participar más profundamente en la vida de la comunidad. Tuve que admitir que no tenía una respuesta inmediata. No estaban pidiendo que se les pusiera en un comité ni que sirvieran en la junta parroquial.

Durante los últimos varios años, nuestro foro de adultos había estado leyendo esporádicamente un libro sobre la espiritualidad posmoderna. El autor es un amigo mío que en una vida anterior fue capellán en una orden de monjas. Lo invitamos a que viniera a hablar con nosotros sobre su libro y cómo podríamos definir ese “algo” del que querían ser parte nuestros recién llegados. No sorprendentemente, él sugirió que redactáramos esa regla de vida y que empezáramos narrando nuestras historias, no nuestras historias individuales, sino historias compartidas de nuestra vida como comunidad.

Todas las feligresías tienen estas historias: jamás olvidaré la historia que me narró sobre su parroquia un rector para el que trabajé como asistente. Años antes de que él llegara, la parroquia se había inundado y la gente recordaba haber limpiado el lodo de la cripta. Si uno no había vivido la inundación, uno nunca sería un miembro pleno de esa feligresía.

Empezamos a recopilar nuestras historias. Había historias de fallecimientos y funerales especialmente significativas. Había historias de un rector que había sido despedido por mala conducta sexual. Había historias de casamientos de chicos que habían crecido en la parroquia y de un viudo y una viuda que se habían conocido picando pimientos verdes para una ensalada para un almuerzo de nuestro ministerio senior. Estaba también la historia de la difícil decisión que había tomado la parroquia para darle la bienvenida a la feligresía Oasis (en nuestra diócesis, la designación de feligresías explícitas en su aceptación de gays y lesbianas) y del difícil conflicto que tuvimos con una pareja de homosexuales que se había unido a nosotros por un tiempo.

Les pedimos a los nuevos miembros de nuestra feligresía que nos dijeran qué historias nos habían oído contar: las historias que repetimos a los recién llegados probablemente nos dicen mucho sobre quienes esperamos que seamos. Hemos invitado a gente que no son parte del foro de adultos a que escriban historias que recuerden y que las presenten para el boletín de la parroquia. A lo largo de los próximos varios meses, el boletín incluirá historias tanto del foro de adultos como las que presenten los miembros de la parroquia.

Estamos empezando a leer detenidamente esas historias y a preguntarnos qué tienen en común y qué revelan sobre nosotros. Vemos que como feligresía valoramos poder apoyarnos los unos a los otros y que nos molestamos cuando la gente trata de pasar por las cosas por sí sola. Valoramos vivir juntos los momentos significativos como comunidad, tanto los momentos en nuestras vidas individuales como los momentos en nuestra vida en común.

Hemos empezado a descubrir que conectamos toda nuestra vida en común a nuestra vida juntos en la Eucaristía. Ofrecemos las cosas de nuestra vida, tanto individual como en común, a Dios en la Eucaristía y esas cosas transformadas se convierten en el medio de la auto revelación de Dios a nosotros. Solíamos poder pasar la paz con relativa rapidez, pero ahora demora más tiempo, a causa del sentido que tenemos de necesitar recordar esta vida en común antes de ofrecerla. Sorprendentemente esto es bastante explícito tanto en las historias que narramos en el foro de adultos como en las historias que presenta la gente para ponerlas en el boletín.

Hemos empezado a reflexionar sobre esas historias empleando un marco eucarístico: ¿qué nos revelan esas historias a nosotros; cómo nos llaman a interceder, orar, hacer que esa revelación sea más clara? ¿Cómo actualizamos esa revelación; qué podemos ofrecer de nuestra vida en común; y qué podemos hacer para dar gracias? Esto nos permite ver esos momentos importantes en nuestra vida juntos como parte de la historia constante de los actos de salvación de Dios: la gran historia.

El próximo paso será empezar a redactar una regla de vida que emerja de esas historias y de nuestra conversación. Un ejemplo sencillo podría ser que esperamos que nuestros miembros nos digan cuando están pasando por momentos significativos en sus vidas, para que podamos pasar por esos momentos con ellos. Esperamos reunir el mayor número posible de miembros de la feligresía para un retiro de un día completo en la temporada del Adviento (nuestra temporada nominal) para reflexionar sobre estas historias y empezar a elaborar la regla o el patrón que emerja de ellas.

Pruebe lo Siguiente

En un grupo de cuatro o cinco personas (o más, pero no demasiado grande), narre sus mejores recuerdos de su vida juntos como feligresía. Deje que cada persona en el grupo narre lo que recuerde (sepa) sobre ese momento y vea si surgen temas comunes de las diferentes historias.

Dan Handschy es rector de Episcopal Church of the Advent en Crestwood-St. Louis, Missouri. También es profesor adjunto de Ética en el Seminario Teológico Edén y sirve como decano e instructor de teología en Episcopal School for Ministry en la Diócesis de Missouri. “Disfruto la conexión entre enseñar teología y practicarla en el ministerio de la parroquia. Advent me enseñó cómo ser sacerdote y cómo hacer teología. Todavía hay mucho que aprender.

Recursos

  • Communications and storytelling resources, The Episcopal Diocese of Missouri 
  • Richard Valantasis (que lidera nuestro taller) tiene un nuevo libro que se publicará en noviembre llamado Dazzling Bodies. En él sugiere una manera de pensar sobre nuestras historias. 
  • “So what happened here?” conversación sobre la importancia de narrar historias con Julie Lytle y Tom Brackett 
  • The Art of Hosting Conversations videos (Province 1) 

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This article is part of the November 2014 Vestry Papers issue on Sharing Our Stories