September 2013
Wholehearted Stewardship

Sabiduría Loca

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Tras 40 años de cautiverio, los judíos regresaron para encontrar los muros de la ciudad derrumbados, lo que los asustó de la misma manera en que lo haría si viviéramos en un barrio peligroso y nos faltara la puerta de nuestra casa.

El Templo había sido destruido.

Así que tenían un problema muy serio con su espacio de culto. Era un montón de escombros. 

Pensaban que si no rendían culto en el Templo no podrían salir adelante ni tener éxito en la agricultura, la economía y el ejército. 

Así que se pusieron a reconstruir la Ciudad, pero las cosas no iban bien. La colecta fracasó. La gente estaba discutiendo entre sí, culpando a diestra y siniestra.

Se sentían pobres – y los más pobres entre ellos, los am-haaretz, los que labraban la tierra, era una carga para los más pudientes. No era que los más pudientes eran tacaños o angurrientos. Simplemente estaban asustados. Se sentían inseguros financiera, militar y espiritualmente. No tenían suficientes fuerzas armadas, suficiente policía, suficiente muro, suficiente Templo, suficiente nada.

La escasez y el temor dominaban sus días.

Así que se recluyeron. Economizaron. Adoptaron una mentalidad de fuerte, en la que sospechaban de los de afuera y hasta de sus vecinos.

Después vino un profeta con este sorprendente mensaje de Dios: “Si quieren reconstruir su Ciudad, lo tienen que hacer de otra manera. Lo están haciendo mal. Lo tienen que hacer así: Si alivian la carga de los que están a su alrededor. . . si ofrecen su comida a los hambrientos y satisfacen las necesidades de los afligidos, vuestra luz se elevará en la oscuridad y vuestra penumbra será como el mediodía.”

Estaban estudiando los costos de la construcción y vieron que no había suficiente dinero en el fondo de reconstrucción. 

Así que Dios dijo: “No hay problema. Hagan lo siguiente. Tomen parte del dinero en su fondo de reconstrucción y pónganlo en extensión comunitaria. ¿No tienen suficientes albañiles para el proyecto del muro? Manden a varios de ellos a enseñarles a los niños de los am-haaretz, los pobres.”

“Simplemente háganlo”, dijo Dios, “y vean qué pasa. Sus antiguas ruinas serán reconstruidas, sentarán las bases de muchas generaciones, los llamarán los reparadores de la brecha, los restauradores de las calles para vivir en ellas.”

Dios está diciendo algo completamente contraintuitivo.

Dios está diciendo que cuando uno sienta que no tiene lo suficiente, que tome lo que tenga y lo regale. La pobreza brinda una oportunidad de ser generoso.

No parece tener sentido, ¿verdad? Eso es porque Dios no sigue nuestras reglas del juego. Dios también dijo por medio de Isaías: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.”

Dios dice que en el centro más profundo de las cosas, cuando llegamos a la verdad más verdadera de la vida, vemos que todo lo que pensamos que sabemos está mal.

Está mal porque todo lo que pensamos que sabemos está basado en temor y escasez. Nuestra suposición básica es que la vida es un juego de suma cero y que no hay suficiente para todos.
Pero Dice “eso no es cierto.”

“Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”, nos dijo Jesús. La vida no es algo de lo que se uno apodera a dentelladas y zarpazos. Es un don que se recibe en fe y la prueba de la fe es la generosidad y la valentía de dar parte de lo que tenemos cuando no tenemos lo suficiente. Una locura, por cierto, que en ciertas tradiciones espirituales se conoce como “sabiduría loca.”

Hay iglesias que viven así. El año pasado estuve en la reunión del presupuesto de una feligresía que adoptó un presupuesto deficitario sin pestañear. Después empezaron a expresar sus inquietudes. Habían oído que otras feligresías estaban luchando y querían ayudar.

Recibieron un donativo inesperado y lo mandaron a un ministerio local.

Cuando la diócesis les envió un reembolso se lo dieron al St. Jude’s Ranch For Children.

Es un salto en la oscuridad, un ejercicio de fe. Es un salto de confianza en los dones de Dios. Es como exhalar teniendo fe en que el aire seguirá estando allí para que lo podamos volver a inhalar. 

Así de loco.

¿Pero saben de esa feligresía loca que de alguna manera se las arregla para pagar la cuenta de la luz y acaba de comprar un terreno? ¿Cómo lo hacen? 

No lo hacen. Es cosa de Dios.

Es apasionante ver feligresías moverse en la fe porque esa es la única manera en que podemos movernos hacia la Misión del Reino; y la Misión del Reino es la única cosa que hace que la vida cuente. 

Así que de por sí la fidelidad de una iglesia es algo bueno. Le da a Dios la oportunidad de demostrar la fidelidad de Dios. 

Pero lo mejor de ello es que una feligresía que se mueve en la fe ayuda a su gente a vivir de esa manera. No se limita a hablar de fe y confianza, sino que esas feligresías enseñan el arte de respirar. Iglesias vivas y gente viva: respiran, inhalan y exhalan. Hay que exhalar del todo para poder volver a inhalar. 

Lo central de ser cristiano es vivir en la fe en lugar de vivir en el temor, a la manera de Dios en lugar a la manera humana. Cuando nos bautizan o confirman o nos reciben nos comprometemos de por vida. Adoptamos una posición de creyentes en esta tierra. 

Creer significa invertir nuestra confianza. No nos limitamos a decir “Creo que Dios existe”. Esa es sólo una opinión. Una opinión y $1.85 le obtienen a uno un café grande en Starbucks. Decimos, “Creo en Dios Padre. Creo en Jesús. Creo en el Espíritu Santo”. Salto de este edificio en llamas de la vida mortal porque creo que están sosteniendo la red. 

Un joven en otra de nuestras iglesias, un joven financieramente próspero, calcula cuidadosamente el valor de la iglesia para él: es la diferencia entre la matrícula de sus hijos en nuestro campamento y la matrícula en un campamento privado similar. Al final del año, después de pagar todas sus obligaciones, dona esa cantidad a la iglesia.
 
Y Dios dice: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos. Mis mediciones de valor no son vuestras mediciones de valor, ni sus cálculos mis cálculos.”

Hermanos y hermanas, están en una época de discernimiento. Están discerniendo quiénes están llamados a ser y qué papel están llamados a desempeñar en la Misión del Reino y quiénes proporcionarán el liderazgo para responder a esa llamada. No puedo contestar ninguna de esas preguntas. Pero Dios puede hacerlo y Dios lo hará. “Y el SEÑOR te guiará continuamente, saciará tu deseo en los lugares áridos; serás como huerto regado y como manantial cuyas aguas nunca faltan.”

Dan Edwards es obispo de la Diócesis de Nevada. Aprendan más sobre él aquí y sigan su blog. Este artículo apareció por primera vez en el sitio web The Episcopal Network for Stewardship (TENS) como “Walk by Faith” en agosto de 2013. Se vuelve a imprimir con permiso.

Recursos
This article is part of the September 2013 Vestry Papers issue on Wholehearted Stewardship