May 2015
Facing Leadership Challenges

Liderazgo desde las bancas

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“Háblame Señor… quiero servirte”

Durante una gran parte de mi vida estuve perdida y sin comunicación con Dios. Mediante mis hijas, el Señor me inspiró: me llamó a servirle compartiendo las experiencias, flaquezas y éxitos que enfrenté a lo largo de mi vida espiritual.

Mis padres me criaron como católica romana, lo que significaba ir a misa todos los domingos por una hora y salir apenas terminaba la misa. Nunca tuvimos una relación con los sacerdotes ni nos relacionamos con los feligreses de las parroquias. En realidad, nuestra vida religiosa era monótona y vacía. Fui a escuelas de monjas, que nos hacían rezar antes de entrar a clase y antes y después de comer, pero que no nos hablaban de la Biblia ni nos alimentaban espiritualmente. Poco a poco fui perdiendo el interés en ir a misa y después de graduarme de la secundaria cometí el grave error de alejarme de la iglesia.

Una gran parte de mi vida estuve perdida y sin tener comunicación con Dios. Pero Él me inspiró por medio de mis hijas.

Estaba buscando una guardería para ellas, que resultó ser también una iglesia. Aunque nadie me invitó a ir al servicio religioso dominical, sentí la necesidad espiritual de visitar la iglesia y de inculcarles a mis hijas el temor, la fe, la esperanza, el servicio y el amor a Dios. Comenzamos a visitar la iglesia con más frecuencia, pero siempre me sentaba en los bancos de atrás, para ser una de las primeras en salir. Sin embargo, no me sentía satisfecha con sólo ir a la iglesia de pasadita. Sabía que Dios me estaba llamando y que tenía un plan para mí. Poco a poco empecé a sentarme más al frente y a quedarme después de la misa: sentía la necesidad de poner a Cristo en el centro de mi vida y de mi mundo.

Comencé a acercarme a la directora de la guardería y ofrecí ayudarla, porque noté que siempre estaba muy ocupada corriendo a la cocina y atendiendo a los niños, además de dirigir la misa. Por fin, seis meses después, el padre de la iglesia notó que yo estaba buscando ser una líder y empezó a darme pequeñas responsabilidades, como cuidar a los niños durante la misa, hacer el café, ayudar a limpiar después del convivio, hacer el inventario de la cocina, etc. Sentí una gran alegría al hacer todo lo que me pidieran. Dios me estaba abriendo las puertas al servicio y ellos poco a poco me daban más responsabilidades. Yo tenía la determinación y perseverancia de servir a Dios y a mi comunidad. Con fe, paciencia, esperanza y humildad pude vencer obstáculos y dar más y más de mi vida a Cristo.

Después de tres años en la Iglesia, vino un nuevo párroco que descubrió mi sed de ayudar. Cuando él tuvo la oportunidad de abrir su propia iglesia me invitó a que lo ayudara a iniciar un nuevo ministerio hispano en la comunidad de la Iglesia Episcopal St. Helen’s, en Burr Ridge. Sentí el deber de aceptar la invitación de Jesús, que por medio del párroco me invitaba a servirle; sabía que tenía que hacer todo lo que me pidiera y un ser un modelo y un ejemplo positivo para el nuevo ministerio.

Empezamos el nuevo servicio religioso con 3 familias, que incluían la familia del padre. Éramos sólo 13 personas y toda mi familia trabajaba conmigo para sacar la iglesia adelante. Hacíamos de todo: ayudábamos en el altar, en la colecta, en las lecturas, haciendo el café, en la hospitalidad… en todo, pero siempre teniendo en cuenta que ser líder no significa ser jefe. Cuando nuevas personas llegaban a nuestra iglesia les ofrecía la oportunidad de ser líderes y de compartir mis responsabilidades. Ello fue creando nuevos líderes y una comunidad de colaboradores felices de vivir y trabajar juntos para servir al Señor.

Ya cumplimos nuestro segundo aniversario como ministerio hispano y ha sido un trabajo arduo. Pero la gracia de Dios y su llamado a que lo sirviera personalmente han sido una gran fuente de inspiración. Todas las situaciones y experiencias que viví en estos dos años fueron una gran oportunidad para expresar el amor que Dios siente por nosotros.

Hoy en día me siento muy bendecida al estar sirviendo como líder en mi iglesia. Soy guardiana menor de la junta parroquial y facilitadora de la Academia Ecuménica de Liderazgo, que abriremos muy pronto en nuestra parroquia.

Dios me envió con el propósito de enviarles un mensaje poderoso: que tengan fe, esperanza, humildad y caridad, bondades que les darán las habilidades necesarias para ser líderes y transformar el mundo. No sin haber crecido anteriormente en su relación con Dios, pues Cristo poseía todas las cualidades de un líder.

Los exhorto a que sean líderes en sus iglesias. Ahora me esfuerzo más que nunca en identificar a líderes que quizás estén sentados pasivamente en un banco por falta de oportunidades. Dios nos está mandando a buscar líderes con las características que Él busca en ellos: seres humanos corrientes llenos de humildad para hacer la voluntad de nuestro Dios, personas transformadas, dispuestas a ser líderes espirituales con corazón de soldado, listas para morir por la causa del Señor.

El líder convierte a la gente corriente en gente extraordinaria. La compromete a ser parte de misiones que les otorgan transcendencia y realización. La misión da significado a la vida de sus seguidores, un por qué vivir. ¡Anímese! No se quede sentado en el banco de atrás esperando que las oportunidades lo busquen. Recuerde que Dios tiene un propósito para usted: una inspiración constante.

María Eugenia Girlado, nativa de Colombia, Sudamérica, emigró a Estados Unidos a los 15 años de edad. Es cosmetóloga licenciada y asistió a Truman College. Trabaja para Chase Bank desde hace 25 años y vive en Berwyn, IL con su pareja, dos niñas y un perrito.

Pruebe lo siguiente

He visto las siguientes características en posibles líderes: seres humanos corrientes pero espirituales, llenos de humildad para hacer la voluntad de nuestro Dios. Personas transformadas, dispuestas a ser líderes espirituales prudentes, amables, apacibles y honestos.

Cuando alguien está sentado en el banco de atrás con sed de ayudar, las señales son obvias. Como que quiere irse, pero que se queda hasta que la gente haya salido para ser notado de lejos. Envía un mensajero en su lugar (puede ser un hijo) a ver si alguien necesita ayuda y empieza recogiendo los papelitos que la gente deja en los bancos. Lo hace silenciosamente y se va. Esas son señales que tenemos que reconocer y atraer a esa gente de nuestra comunidad al liderazgo. Hay que notar los mensajes que nos están mandando de lejos y en silencio. Hay muchos que por ser introvertidos necesitan un empujoncito.

Por lo general, los invitamos a nuestra reunión mensual de líderes, dejamos que oigan lo que nuestros líderes tengan que decir y después los invitamos personalmente a que asuman algún papel de liderazgo.

Recursos

¡No se pierda ningún número de Papeles de la Junta Parroquial! Inscríbase para recibirlo sin cargo aquí.

This article is part of the May 2015 Vestry Papers issue on Facing Leadership Challenges