September 2014
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La Economía de Dios

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Por 85 años, los Hermanos de la Sociedad de San Juan Evangelista (Saint John the Evangelist) vivieron en su monasterio en el río Charles en Cambridge, Massachusetts. El monasterio es tan bello que se ha convertido en un lugar de peregrinaje para muchos. Incluso antes de ver un monje, el lugar nos recuerda que Dios ve belleza en cada uno de nosotros. Por 85 años los hermanos no destinaron dinero a reparar el edificio y finalmente el monasterio se deterioró: ventanas, techos, cables de electricidad, calefacción… hasta se taponaron las cloacas. Y después vino la crisis financiera. En ese entonces el superior era el hermano Curtis Almquist.

En una reunión en la casa de un amigo de la Sociedad, el hermano Curtis dijo, "Como superior tengo la responsabilidad de pedir dinero. Además no tengo idea de cuánto dinero tienen ustedes. Les pido una cosa: por favor récenle a Dios y entre ustedes determinen qué es lo adecuado para ustedes. Gracias”.

Al decir eso, Curtis hizo una distinción entre su rol de líder que pide dinero y su rol de monje que ayuda a la gente a profundizar su relación con Dios. Curtis me ayudó a entender lo que Jesús quiso decir con “Dad lo que es de César a César y a Dios lo que es de Dios”.

Vivimos en un mundo con dos economías: la economía de las transacciones y la economía de los donativos, la economía de César y la economía de Dios.

Hay un ejercicio sencillo que me gusta usar para ayudar a la gente a entender cómo vive en estas dos economías. Se puede hacer oralmente o se puede pedir a la gente que escriba sus respuestas.

  • ¿A qué se dedica usted? 
  • ¿Cómo intercambia su tiempo por dinero?
  • ¿Qué cosas le importan?

Siempre solía contestar la primera pregunta diciendo cómo ganaba dinero, olvidando mencionar que soy padre de un adolescente, que escribo poesía, que trato de mantenerme en forma, etc. Solía permitir que sólo el dinero indicara lo que hago, olvidando mencionar las relaciones que son importantes para mí.

En la economía de transacción nosotros los seres humanos le ponemos un precio a todo y después intercambiamos. Eso permite que empleemos nuestros dones para ganarnos la vida. No tengo dotes de agricultor, así que valoro poder intercambiar los talentos que tengo para comprar cosas como alimentos. El intercambio es importante, pero no es todo, y no es el negocio en el que está la Iglesia.

Al vivir en la economía de donativos, Dios – no nosotros – pone el precio: todos somos amados; vemos belleza en el mundo; dependemos los unos de los otros; damos como recibimos, viviendo en un ciclo de bondad; profundizamos relaciones y entendemos los significados.

Así que éste es el desafío principal de lo que en mi opinión el hermano Curtis definió tan bien: usted tiene que nombrar el precio de su iglesia. Usted tiene que pedir dinero. Pero para recibir dinero tiene que ayudar a sus amigos y feligreses a profundizar su relación con Dios: tiene que ayudarlos a orar, a ser serviciales y a verse como mayordomos de sus propias vidas.

Cuando las iglesias me piden consejos sobre la recaudación de fondos, les insto a que sean más francos que lo que muchas iglesias son a menudo sobre sus finanzas. No digan que su presupuesto está equilibrado si no apartaron dinero para las reparaciones del edificio. Como lo dijo un donante que nos estaba ayudando a renovar el monasterio, “¿Por qué debo darles dinero cuando han sido estúpidos e irresponsables por 85 años?”. Los edificios se deterioran. Los hermanos iniciaron un fondo de construcción un año antes de empezar a pedir donaciones de capital… y siguen financiando el fondo de construcción todos los años.

El pilar de la mayordomía es ayudar a la gente a profundizar su relación con Dios. Cuando el hermano Curtis le pidió a la gente que orara para saber cuánto debían donar, pudo proporcionarles apoyo para ejercer mayordomía primeramente sobre sus vidas. Una de las partes más importantes del ministerio de los hermanos es ayudar a las personas a elaborar una regla de vida personal, a discernir el ritmo para sus vidas que les permita vivir bien en ambas economías. Dicho sencillamente, los hermanos le piden a la gente que examine sus relaciones en cuatro dimensiones:

  • Con Dios
  • Con ellos mismos 
  • Entre sí
  • Con sus cosas (incluyendo dinero)

Todos necesitamos aprender a ser mayordomos de nuestras propias vidas. Cuando nuestras iglesias nos ayudan a hacer esto para nosotros mismos, lo apreciamos profundamente. El reto es que esta información funciona mejor cuando no ocurre en la temporada de mayordomía. Cuando nos pide dinero tendemos a apretar nuestras almas, a pensar en transacciones. Si anteriormente nos ayuda a entender nuestra mayordomía personal y a pensar en cómo vivimos en dos economías, las conversaciones en la temporada de mayordomía serán más fáciles, más divertidas y tal vez gozosas.

Me complace decir que el monasterio fue renovado en 2010. Para obtener información sobre el trabajo de los hermanos sobre la elaboración de una regla de vida y aprender a ser mayordomos de la propia vida, visite www.SSJE.org/rule.

Pruebe lo siguiente: Piense en las dos economías en las que vivimos: la economía de transacciones y la economía de donativos. En “Our Money Life,” David Fisher nos invita a reflexionar sobre las siguientes preguntas: 

  • ¿De qué manera el dinero influye sobre la manera en que vivo mi pacto bautismal? 
  • ¿Estoy a cargo de mi dinero o mi dinero está a cargo de mí? 
  • ¿Qué papel desempeña mi dinero en mis relaciones, conductas y decisiones? (Considere esta pregunta en términos de su vida familiar, su vida de trabajo, su vida comunitaria y su vida de ocio).
  • ¿Es dueño de su dinero o su dinero es dueño de usted?

Jamie Coats es director de Friends of the Society of St. John the Evangelist, una comunidad monástica de la Iglesia Episcopal. Comparte sus ensayos personales en wingedboots.com.

Recursos

Creating a Culture of Giving” por Angela Emerson, ECF Vital Practices, 27 de enero de 2012, en blog 

One Step Out of Stuckness” por Jamie Coats, ECF Vital Practices’ Vestry Papers, septiembre de 2011 

Our Money Life” por David Fisher, ECF Vital Practices’ recurso Su Turno 

Society of St. John the Evangelist Rule of Life 

This article is part of the September 2014 Vestry Papers issue on Sharing Our Gifts