March 2013
Cultivating Leaders

Recuperar la Pertinencia

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En el siglo XIX, propietarios ricos de fábricas textiles fundaron la Iglesia St. Andrew’s en Framingham, Massachusetts, para sus trabajadores. Deseosos de rendir culto aparte, los propietarios construyeron su propia iglesia. La nueva parroquia maduró y tuvo una historia gloriosa. Una de sus feligreses fue una famosa escultora de raza negra de la década de los 1920. Otra fue una nacionalmente famosa campeona de la reforma de las prisiones de mujeres. Los feligreses acudieron a la marcha por los derechos civiles en Selma. En una lista de 1963 figuran 568 niños y la parroquia estuvo en pleno auge hasta bien entrada la década de los 1980.

Pero cuando yo llegué en 2007 ese gran éxito había pasado desde hacía mucho tiempo. Yo estaba a cargo de la escuela de la Iglesia St. Andrew’s. Por dos años probé cuanto truco tenía a mi disposición, pero no la puede hacer crecer. La mitad de los salones de clase en nuestro sótano descascarado estaban cerrados y los quince niños que quedaban tenían miedo de entrar a la parte sin usar. Arriba la situación era igualmente desalentadora. A nuestra rectora de treinta y pico de años le preocupaba que hubiera sido capacitada para liderar una iglesia que había dejado de existir.

Framingham ha cambiado y no hay un consenso de que ha sido para mejor. La parte norte es un bonito suburbio de Boston. En la parte sur, cerca del centro de la ciudad, la planta de General Motors y la fábrica de etiquetas Dennison han estado vacías desde hace años. Ahora, la tercera parte de la población de Framingham es de inmigrantes brasileños y han surgido tensiones raciales. A algunos les disgustaban los letreros en portugués de muchos de los negocios y las muchedumbres excitadas que corrieron por el centro cuando Brasil ganó la Copa Mundial. El Southern Poverty Law Center investigó a un grupo que transmitió los “informes meteorológicos brasileños” en el canal de televisión por cable local con un “periodista” disfrazado de mono.

St. Andrew’s yace a horcajadas en la barrera de la Ruta 9 entre el norte y el sur. ¿Qué teníamos para ofrecer a esta comunidad recientemente compleja?

En 2009, oímos hablar de la nueva Iniciativa de Desarrollo de Liderazgo, o IDL, que enseña organización comunitaria a las comunidades de fe. Enviamos un equipo para que la investigara, pero los conceptos de esa nueva manera de ser iglesia nos resultaron tan ajenos que no pudimos entenderlos.

Todo siguió igual. En el otoño de 2010, volvimos a intentar la IDL. Esa vez aprendimos una nueva definición de liderazgo. No era un talento innato en ciertas personas. El liderazgo era una decisión de asumir responsabilidad para permitir que otros alcanzaran un propósito en momentos de incertidumbre. Ese sí era un conjunto de destrezas que podía ayudar a uno a liderar en momentos de incertidumbre y que, además, se podía enseñar.

Al principio, la organización comunitaria parecía un poco difusa. Nuestro objetivo de organización inicial era irrisoriamente sencillo: dar una fiesta a nuestros vecinos brasileños. La IDL fue rigurosa: un campamento de entrenamiento de dos días, capacitación mensual y reuniones bisemanales del equipo. Aprendimos nuevas destrezas, narrativa pública, fijación de normas de grupo y reuniones internas. ¿Podrían los reservados habitantes de Nueva Inglaterra sentirse cómodos alguna vez presentando una historia personal sobre nuestra fe? ¿Era realmente necesario formular esas normas de equipos disciplinados? ¿Podría realmente la organización comunitaria transformar lo que restaba de nuestros fieles en una entidad floreciente enraizada en una nueva realidad? Oscilábamos entre sentirnos aturdidos y desafiantes.

Pero aprendimos nuevas destrezas y planificamos un festival para el Dia Das Crianças (Día de los Niños Brasileños). A lo largo de cinco meses reclutamos a cincuenta feligreses y ayudantes de organizaciones y empresas brasileñas. Scouts, masones, un club atlético, la universidad local, la biblioteca y un hospital. Trajimos a un sacerdote brasileño de California y abrimos las puertas de nuestra iglesia de par en par.

Coristas de Río inauguraron nuestra fiesta con un desfile de samba. Nuestros adolescentes representaron el pueblo natal de Jesús pastoreando animales de granja por Nazaré. Los talleres sobre derechos de trabajadores, limpieza “verde” y salud mental de inmigrantes disputaban la atención con bandas de música, demostraciones de capoeira y consultas de fútbol. Hicimos pruebas de osteoporosis, colesterol y presión de la sangre.

El poder de Dios es algo sobrecogedor. Un brillante día de octubre, más de 500 brasileños vinieron a nuestra fiesta. Quedamos boquiabiertos.

De repente estábamos en todos los diarios y revistas brasileñas. Descubrimos que si uno actúa como un amigo, la gente lo trata a uno como tal. Los miembros de la comunidad brasileña acudieron a nosotros para que los ayudáramos a proporcionar alfabetización portuguesa a sus hijos. Nuestra junta parroquial aprobó que fuéramos anfitriones de una cooperativa de padres y pronto inscribimos a 123 alumnos en nuestro Núcleo Educacionista. En nuestros pasillos se poblaron nuevamente de gritos y risas de niños.

Para fines de 2011 teníamos muchos nuevos amigos. Nuestro sótano dilapidado, el hogar del Núcleo y de la escuela de la iglesia, seguía necesitando atención. Regresamos a la preparación para reunir un grupo de padres de la parroquia y del Núcleo que ayudaría a profesionales a pintar el sótano gratis. Padres brasileños y “anglos” trabajaron hombro a hombro para una causa que los beneficiaría a ambos.

Las herramientas de organización comunitaria que aprendimos en la IDL han transformado nuestro liderazgo y nuestra parroquia. Varias personas de la IDL ahora están en la junta parroquial. ¡Hasta nuestro Comité de propiedades empleó herramientas de la IDL para reclutar doce miembros! Un espíritu de posibilidad permea nuestra iglesia. Es común oír decir a gente hablando sobre los problemas de la parroquia, “Deberíamos formar un equipo de IDL para eso”.

La gente me pregunta a menudo, “¿Cuántos brasileños rinden culto en St. Andrew’s?” La respuesta es: todavía ninguno. De todos modos, las mejores prácticas dicen que esos esfuerzos deben ser iniciados por los brasileños. Nuestro objetivo no es el evangelismo de por sí, sino más bien hacer que St. Andrew’s contara nuevamente para Cristo en nuestro medio local.

Pero para nosotros, el crecimiento ha sido la consecuencia natural de una misión local bien discernida y realizada. En 2012 bautizamos a 17 niños. Nuestros salones de clase ahora están abiertos. Las paredes están pintadas de amarillo brillante. Un mural en el que figura el Cristo Redentor, la famosa estatua en la montaña cercana a Río de Janeiro, adorna el vestíbulo. Y este mes estamos comprando seis nuevas sillas para la escuela de la iglesia, porque no tenemos suficientes.

La Rev. diácona Lori Mills-Curran entrena a equipos de parroquias que participan en la Iniciativa de Desarrollo de Liderazgo, un programa práctico de la Diócesis de Massachusetts diseñado para desarrollar líderes empoderados para la acción social. La Rev. Lori Mills-Currant, que ha sido educadora cristiana por 30 años, coordina los esfuerzos episcopales de extensión brasileña en la zona metropolitana oeste de Massachusetts. A partir del 1º de junio de 2013 pasará a ser la próxima directora ejecutiva de la Asociación de Diáconos Episcopales.

La Rev. Julie Carson ha sido rectora de St. Andrew's, Framingham, desde 2007 y encabezó el equipo de IDC en 2010. El Rev. Sam Dessordi Leite, Fellow 2011 de la IDL y sacerdote a cargo de St. James/Santiago, en Oakland, California, fue “el mejor sacerdote brasileño de California” que asistió St. Andrew's en su labor.

Recursos

This article is part of the March 2013 Vestry Papers issue on Cultivating Leaders