September 2018
Practical Stewardship

Porque Dios siempre da

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¿Cómo contestaría la pregunta por qué doy a la iglesia? Hay muchas menciones en la Biblia sobre la generosidad de nuestro Dios. Santiago 1:17 y el Salmo 145, especialmente los versículos 13c a 18, me vienen a la mente. Parte de mi respuesta es que dar es mi reacción a la gracia y misericordia de Dios, porque Dios siempre da. También es porque gente en mi vida me mostró el privilegio de dar y la generosidad en acción.

Empezó por mis abuelos

Considero que dar a la iglesia es un privilegio gracias a mis abuelos maternos. De niña pasaba casi todos los fines de semana con mi abuela y mi abuelastro. Los domingos por la mañana asistíamos a la Iglesia Episcopal St. Augustine’s en Atlantic City. La preparación para la iglesia era dejar lista nuestra ropa, arreglarnos el cabello y lustrarnos los zapatos. Mi abuelo no tenía mucho cabello que arreglarse, pero lustrar sus zapatos era su punto fuerte.

Había una cosa más que siempre hacíamos. Ellos abrían sus cajas de sobres y escogían uno para el próximo domingo. Los sobres estaban impresos con un número que significaba que el sobre era de ellos. Ponían billetes adentro y los sellaban. Abuela sacaba dinero de su cartera, abuelo del bolsillo interior de su chaqueta.

Los domingos por la mañana, cuando se pasaba el plato entregaban sus sobres a la iglesia. Yo ponía mis monedas, pero anhelaba tener mi propio sobre. Todavía no entendía el diezmo ni la mayordomía. Pero observar su intencionalidad y sentido del deber al realizar sus donativos todas las semanas causó que pensara que donar era un privilegio. Y todavía me siento así.

Amor de vecinos en acción

Cuando yo tenía unos 10 años de edad, operaron a mi mami de la hernia. Mi vecina vino a decirme que había una mujer buscando a mi mami. Era una de las compañeras de trabajo de mami. Estaba parada junto a su carro con el baúl abierto. Adentro había bolsas de papel llenas de comestibles y productos para la casa. También había otros dos carros con bolsas de papel en el baúl.

Llevé a la mujer a la habitación de mami y salí a ayudar a entrar las bolsas. Cuando terminamos, regresé a la habitación de mami. Ella estaba llorando y abrazando a la mujer. Sobre la cama había un sobre lleno de billetes.

En ese entonces no había seguro de discapacitación. No habría cheques de sueldo para mi mami correspondientes a las seis semanas que no podría trabajar. Sus compañeros de trabajo lo sabían, pero yo no. Cuando yo era niña los padres no hablaban con sus hijos/as sobre ese tipo de cosas. Los/as compañeros/as de trabajo de mi mami aseguraron que tuviéramos comida y que mi mami tuviera un poco de dinero para las cosas que se necesitaran. Generosidad en acción, amar al prójimo en la práctica.

Lecciones de dar

Esas experiencias me enseñaron sobre dar. Vi que una de mis responsabilidades como miembro de una comunidad cristiana era dar de lo que se nos había dado. Vi a mis abuelos y a los/as compañeros/as de trabajo de mi mami dar con un corazón agradecido y jubiloso. En ese momento no lo noté, pero esos ejemplos me tocaron el alma.

Observé la labor de la iglesia, la gente de la iglesia cuando nos ocupábamos de los/as sin hogar en nuestro entorno, de los/as confinados/as en sus casas en nuestra feligresía, de los nuevos padres y hasta de los edificios y el terreno. Se hacía con la misma intencionalidad y sentido del deber con que mis abuelos donaban cuando era niña.

Hubo ocasiones en que luché para llegar a fin de mes y mis ofrendas eran escasas. Mis amigos/as me daban ropa y objetos usados, compartíamos comidas y oraban por mí. Por la gracia de Dios y la generosidad de otros logré mantenernos alimentados y con un techo sobre nuestras cabezas.

Doy por la gracia de Dios y la experiencia de ver lo que ocurre cuando uno da lo que puede. Doy porque es un privilegio compartir lo que se me ha dado. Doy porque amar al prójimo incluye generosidad en acción. Doy porque Dios siempre da.

Rhonda Rogers cursa el último año de la Escuela de Ministerio IONA en la Diócesis de Texas. Finalizó su Educación para Ministerio en 2003 y fue mentora en dicha institución. Después de mudarse de Rochester, NY, en 2010, se unió a la Iglesia Trinity, en Houston, Texas. Rhonda integra la junta directiva del Capítulo Rev. John Dublin Epps de la Unión de Episcopales Negros y es miembro de la Comisión del Ministerio Negro. Está asociada a la Orden de Sta. Helena y es miembro de Las Hijas del Rey. Rhonda se desempeñó como ingeniera química en Mobil y ExxonMobil por 38 años antes de jubilarse en 2016.

Recursos:

This article is part of the September 2018 Vestry Papers issue on Practical Stewardship