March 2013
Cultivating Leaders

Determinar el ‘Por qué’

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No es ningún secreto: la Iglesia Episcopal funciona gracias a la extraordinaria dedicación (y al verdadero sacrificio) de sus líderes legos y sacerdotales. Considérese, por ejemplo, la coadjutora que debe guiar a su feligresía a través de una transición sacerdotal difícil o el sacerdote de suministro que atiende fielmente a dos iglesias tras una semana estresante en la oficina, así como el feligrés corriente en el banco de la iglesia que dona generosamente su tiempo, talento y recursos. Esas historias de dedicación fiel no son de ninguna manera inusuales. De hecho, son parte de lo que significa ser Iglesia. Sin embargo, con excesiva frecuencia, hasta la dedicación extraordinaria puede marchitarse si se desconecta de un sentido de propósito mayor.

En los últimos años, interrogantes de propósito y dedicación han pasado a ocupar un lugar preponderante en muchas feligresías de nuestra Iglesia. Cada vez más, estamos viendo que nuestro liderazgo y nuestras estructuras financieras se basan en un mundo que ha dejado de existir, un mundo en el que la asistencia a la iglesia es normativa y en el que el protestantismo tradicional ocupa un lugar orgulloso en el panorama religioso de EE UU. En el medio de estos cambios, nosotros en la Fundación de la Iglesia Episcopal (ECF) estamos abogando por un modelo de liderazgo diferente, uno que empieza con las preguntas ¿Por qué? ¿Qué tiene que ver todo esto con Jesús? Y ¿de qué manera todo este este esfuerzo nos está ayudando a crecer como seguidores de Cristo?

Este estilo de liderazgo, llamado Liderazgo Transformativo, arguye que cultivamos y mantenemos una dedicación fuerte cuando nosotros 1) formamos un sentido de propósito compartido y 2) participamos en el desarrollo del liderazgo individual y de grupo.

“¿Por qué? ¿Qué tiene que ver todo esto con Jesús?”
Hace unas semanas, asistí a la reunión anual de la feligresía de mi parroquia. En un cierto nivel, fue en gran medida lo que se podría esperar de una reunión anual de la feligresía de una Iglesia Episcopal. Elegimos nuevos miembros de la junta parroquial, examinamos el presupuesto de la parroquia y nos instaron a que realizáramos donativos significativos para expandir la comunidad. Sin embargo, apenas por debajo de la superficie percibí que había una verdadera ansiedad sobre el futuro de nuestra feligresía, en gran parte porque a fines de diciembre un pirómano incendió el nártex del edificio, posiblemente porque estaba en contra de las iniciativas recientes y los esfuerzos de la feligresía en el barrio.

Después de que oímos varios informes sobre el incendio, tales como qué estaba dañado, qué cubriría el seguro y cuánto dinero tendríamos que recaudar, el rector decidió narrar una historia. Su historia fue sobre un padre explicándole a un niño de cuatro años de edad cómo Jesús, que decía a la gente que amara a sus vecinos como a sí mismos, terminó siendo crucificado. Después el niño de cuatro años supuso, correctamente, que lo mismo le debería haber pasado a Martin Luther King Jr., porque él también nos había pedido que amáramos a nuestros vecinos como a nosotros mismos. Y después vino la comparación audaz. Nuestro rector arguyó que nuestra pequeña parroquia episcopal tenía exactamente el mismo mensaje y misión en el mundo, y que a pesar de nuestros temores deberíamos comprometernos a una visión todavía más audaz de amar a nuestros vecinos como a nosotros mismos.

Poco tiempo después regresamos a nuestro lento pero empeñoso examen de las finanzas de la parroquia, pero para ese entonces la atmósfera en la habitación había cambiado completamente. De allí en adelante, todos los puntos del orden del día resonaron con un sentido de propósito.

Con todo lo básico que puede parecer este ejemplo, la realidad es que es extraordinariamente difícil infundir al liderazgo cotidiano de nuestras feligresías –las reuniones de la junta parroquial, las campañas de mayordomía, las iniciativas de extensión – un fuerte sentido de propósito compartido. Por suerte, hay destrezas y prácticas para hacerlo que se pueden aprender. Aquí hay dos ejemplos de feligresías episcopales que convierten los retos cotidianos en oportunidades para discernir un sentido de propósito compartido:

  • En “Cultivar una Cultura de Discernimiento”, Blaire Pogue describe la manera en que su junta parroquial entiende que su propósito principal es discernir dónde está llamando Dios a su comunidad.
  • En “Lessons from an Annual Giving Campaign”, David Posterero comparte la manera en que una campaña anual de mayordomía pasó de ser algo centrado principalmente en el dinero a ser un ministerio compartido de todos los bautizados.

“¿Por qué? ¿Cómo nos está ayudando esto a crecer como seguidores de Cristo?”
Estaba harto. A los dos años y medio de mi plazo en un comité de desarrollo, nuevamente me encontré solo en una llamada de conferencia escuchando música envasada y esperando que llegaran los otros miembros del comité. Me había quedado tarde en el trabajo para hacer la llamada y empecé a sentirme frustrado cuando nadie había aparecido a los cinco minutos pasados de la hora en que deberíamos haber empezado. Esto había ocurrido antes, pero nos acabábamos de comprometer a objetivos significativos de recaudación de fondos. Después pasaron diez minutos… y quince…

Finalmente ya no aguanté más. Colgué y mandé un mensaje por correo electrónico dando rienda suelta a mi frustración. Y, por supuesto, inmediatamente me arrepentí de haberlo hecho. Me sentía fatal, agotado y, para peor de todo, profundamente avergonzado por la manera en que había reaccionado. En el viaje en el metro de regreso a mi hogar me pregunté cómo este interminable girar de ruedas estaba conectado con seguir a Cristo.

Cuando llegué a casa llamé a la presidenta de la organización para decirle que había decidido renunciar. Ella no era una de las personas que tenían que haber estado en la llamada y quedó muy desilusionada al oír lo que había ocurrido. Pero después ella me pidió que reconsiderara la experiencia. Me contó cómo su esposo, que había sido sacerdote, habló sobre la ‘crucifixión’ del trabajo voluntario en comités. Es innegable que ese trabajo nos puede quebrar, señaló, pero ¿nos puede quebrar abiertos a una nueva posibilidad? Al final, ella me dijo que tenía una opción ante mí, y que lo que decidiera sería perfectamente respetable: renunciar a un grupo claramente disfuncional o zambullirme en él más profundamente. Zambullirme significaba tragar saliva, pedir disculpas por mi mensaje por correo electrónico y emplear el poco tiempo que me quedaba en ese comité para desafiar los patrones que se habían arraigado tan profundamente. Opté por la segunda.

Si bien las feligresías episcopales enfrentan muchos desafíos, el liderazgo de estas organizaciones a menudo se reduce a los esfuerzos y al compromiso de un puñado de individuos y de grupos pequeños. Entre las numerosas otras prioridades que enfrenta la iglesia, creo que nos corresponde poner el desarrollo del liderazgo de individuos y de grupos pequeños a la cabeza de la lista. En la práctica, esto significa identificar y reclutar hábilmente a personas con potencial de liderazgo para que formen parte de nuestros equipos centrales de liderazgo; significa aprender a dar a esas personas y grupos retos creativos, en lugar de simplemente tareas; significa aprender a hacer comentarios útiles cuando encuentren contratiempos o comentan errores a lo largo del camino. Finalmente, significa aprender cómo estar presente durante las reuniones y las llamadas telefónicas difíciles, así como escuchar y volver a conectar experiencias y desafíos al propósito compartido de la feligresía.

  • En “Formación de Juntas Parroquiales Sana, Janie Kirt Morris comparte el proceso de su feligresía para identificar, reclutar y orientar hábilmente a los nuevos miembros de la junta parroquial.
  • En la grabación del webinar “Creating Strong Teams”, Ella Auchincloss, de la Iniciativa de Liderazgo de la Diócesis de Massachusetts, comparte principios centrales para una estructura sólida de equipos. Aquí, el “Fellow” de la ECF Devon Anderson (2007) ofrece una excelente herramienta para “Structuring Leadership Teams”. La labor de Ella y de Devon se basa en el trabajo de liderazgo de Marshall Ganz.

Inspirar compromiso
La Fundación de la Iglesia Episcopal (ECF) cree que nuestra Iglesia necesita un modelo de liderazgo que empieza por el ¿Por qué? Ya sea si se expresa o no explícitamente, ‘por qué’ se pregunta antes, durante y después de todas las reuniones difíciles de la junta parroquial; lo preguntan todos los recién llegados que pasan por nuestras puertas rojas con la esperanza de tener una parte de las Buenas Nuevas; y después, por supuesto, sin lugar a dudas lo preguntan todos los profesionales eclesiásticos que luchan ocasionalmente por recordar lo que los colocó en ese curso en primer lugar. En el artículo del mes entrante pasaré de historias al meollo de esta teoría de liderazgo y pondré de relieve las definiciones y prácticas relacionadas con el Liderazgo Transformativo. Entretanto, para nuestro propio bien y el bien de la Iglesia en general, comprometámonos a encontrar respuestas más fuertes al ‘por qué’.

Miguel Angel Escobar es director de programa de Recursos de Liderazgo en la Fundación de la Iglesia Episcopal (Episcopal Church Foundation, ECF), donde trabaja con Nancy Davidge, jefa de redacción de ECF Vital Practices, y con Brendon Hunter, director adjunto del programa, en la coordinación del Fellowship Partners Program, ECF Vital Practices, los numerosos talleres y conferencias en línea de la ECF y una maestría en teología del Union Theological Seminary. Además de todo eso, tiene el hobby de hace pan. Pueden escribirle a Miguel a mescobar@episcopalfoundation.org o seguirlo en Facebook y en Twitter.

Recursos
Formación de Juntas Parroquiales Sana, por Janie Kirt Morris

Creating Strong Teams” grabación de un webinar liderado por Ella Auchincloss

Cultivar una Cultura de Discernimiento”, Blaire Pogue

Lessons from an Annual Giving Campaign”, por David Posterero

"Estructuración de equipos de liderazgo" por Devon Anderson disponible en español y en inglés

This article is part of the March 2013 Vestry Papers issue on Cultivating Leaders