July 2014
Leading Change

Ni Santos, Ni Héroes, Ni Mártires

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Era la Cuaresma de 2013; las Reglas de Orden de Robert habían realizado su magia penitencial.

Una reunión de tres horas de duración había sido reducida a tres voces que discutían entre sí (la mía era una de ellas). Los más silenciosos miraban al piso deseando estar en su casa llenando su planilla de impuestos o limpiando las canaletas. Al final de la reunión temí que estaba viendo algunas de las caras de los participantes por última vez. Los más callados estaban listos para renunciar a sus puestos en la junta parroquial, irse de la iglesia y emprender la retirada indignados. Corrí hacia el parqueo para interceptar el éxodo. Prometí, en mi voz sacerdotal más autoritaria, que no volvería a ocurrir. Podían percibir lo que estaba rogando entre líneas: “¡No se vayan!” No me cabe duda de que también sospechaban que no estaba seguro de que podría cumplir mi promesa. Habían visto muchas reuniones similares. Habían visto cinco rectores en cinco años y estaban persuadidos de que el cambio era poco probable.

Pero el cambio puede ocurrir. En nuestra última reunión del consejo, en la Pascua de 2014, nos reunimos por seis horas y salimos llenos de energía. El consejo (queremos que el consejo, no el sacerdocio, hable en nombre de la feligresía) había escrito una carta para enviársela al obispo que decía en parte: “Seguramente Ud. notó nuestro entusiasmo. Hemos sentido el Espíritu Santo trabajando mediante y con nosotros y la experiencia nos ha dejado personalmente llenos de júbilo.” La nuestra es una feligresía con un temperamento más canadiense que carismático; ¿de qué maneras trabajó el Espíritu Santo mediante nosotros?

En 2010, la parroquia de las islas Penders y Saturna tenía tres feligresías en tres islas pequeñas. La isla más grande, North Pender, tiene aproximadamente 2.500 habitantes permanentes. La más pequeña, Saturna, tiene unos 350 habitantes. Nuestra parroquia, que ahora cuenta con unas 45 familias, ha estado decayendo significativamente por más de 10 años. El declive creó desasosiegos que se manifestaron principalmente en la feligresía de North Pender, especialmente en conflictos por la liturgia, el control financiero y el sacerdocio. En un determinado momento los coadjutores y el consejo le pidieron al obispo que quitara a la titular. Su sucesor se tuvo que ir a los seis meses a causa de problemas presupuestarios. Hace cuatro años me pidieron que sirviera como suplente durante el verano. En ese entonces los líderes de la parroquia eran septuagenarios y octogenarios y estaban agotados. La feligresía de South Pender, exhausta, ofreció asistir a servicios religiosos en North Pender y cerrar su bienamada capilla. El liderazgo de nuestra parroquia aceptó a regañadientes , por considerarlo necesario para nuestra supervivencia. La aceptación de la necesidad de cambio no calmó el desasosiego de los líderes de mayor edad.

Por tres años hemos estado tanteando nuestro camino hacia una transición. Hemos tenido retiros y reuniones en hogares. Ya habíamos leído sobre la indagación afirmativa, las comunidades de práctica y la renovación de las parroquias. La catastrófica reunión de Pascua 2013 fue una verdadera catalizadora del cambio. Necesitábamos aplicar las cosas que ya habíamos descubierto:

  1. El liderazgo colectivo puede funcionar bien: Tratamos de diseñar todas las áreas de actividad, incluyendo el consejo parroquial, como equipos diseñados aproximadamente como las “Comunidades de Práctica” (bien resumidas en el Archivo Working Knowledge de la Escuela de Administración de Empresas de Harvard titulado “Cultivating Communities of Practice.” Empleamos equipos, no coadjutores ni sacerdotes de tipo ejecutivo. Hemos adoptado varias frases que captan nuestra manera de abordar el manejo de la parroquia: a) Ni héroes, ni santos, ni mártires; b) Si no es divertido, renuncie y c) Si no puede encontrar a alguien que trabaje con usted, renuncie. Decimos que los nuestros son “equipos móviles”, porque el liderazgo puede entrar o salir en cualquier momento, dependiendo de la situación o de sus compromisos personales.
  2. Indagar con apreciación y registrar en diario: No nos hemos concentrado en la historia de la parroquia ni en tratar de arreglar sus numerosos puntos flacos. En lugar de ello hemos intentado identificar las cosas que están funcionando bien. Mantenemos un comentario constante. Al principio era por correo electrónico, pero ahora tenemos un blog. Escribimos un comentario sobre nuestros servicios y eventos. Los miembros del consejo determinamos que necesitamos dos tipos de actas: la primera, las típicas actas necesarias para documentar actos oficiales; la segunda, una narrativa de la esencia de los aspectos generativos de nuestra conversación. Registrar en diario nos permite identificar lo que está funcionando y es un mecanismo para incorporar conocimientos adquiridos en la práctica a nuestras actividades.
  3. Gobernanza como modelo de liderazgo – volver a enmarcar el trabajo de los juntas de entidades sin ánimo de lucro: Empleando materiales endel Centre Point en Calgary -- una organización dedicada al mejoramiento de la gestión de las juntas directivas de las organizaciones sin ánimo de lucro --, hemos prestado atención a nuestra necesidad de mantener una “conversación generativa” o lo que llaman “pensamiento de la junta que conduce al fortalecimiento de la organización y que tiene sentido”. Antes de todas las reuniones del consejo parroquial, varios miembros del consejo se reúnen para preguntar, “¿Cuál es la pregunta aquí?” o “¿Qué es realmente importante?” y diseñar una agenda que asegure que haya tiempo de calidad para abordar los temas generativos. Todavía no tenemos un nombre para lo que se podría llamar un comité directivo o un equipo generativo, pero en el curso de las deliberaciones del consejo la identificación de los miembros del comité surge naturalmente.
  4. El palo de la palabra: Hemos empleado el palo de la palabra en retiros como una herramienta para oír historias sobre la manera en que el palo de la palabra remplazó las Reglas de Robert cuando las conversaciones se acaloran o necesitamos profundizar más.
    Si fuéramos náufragos en una isla desierta y tuviéramos que elegir sólo uno de los cuatro factores que anteceden, yo elegiría el palo de la palabra. Al principio no confiaba mucho en el palo, pero ahora soy creyente y estoy listo para proclamar el palo de la palabra como un sacramento sagrado. Un círculo que emplea el palo de la palabra convierte el debate en un diálogo y el diálogo en discernimiento. El palo de la palabra activa la sabiduría, los conocimientos y la experiencia que ya están presentes en nuestra feligresía. Primero está el silencio cuando todos se van sentando y después, en la medida en que es necesario, se describe el proceso y se hace una pregunta. El que tiene el palo tiene permiso para hablar sin interrupción. Cuando termina se lo pasa a la persona que tiene al lado o lo pone en una mesa en el centro para que otro lo pueda usar cuando lo mueva el Espíritu. Los próximos oradores hablan sobre la pregunta, en lugar de discutir con los oradores anteriores. Hasta los más callados encuentran su voz. En general los participantes son atentos y calmos. Si alguien interrumpe excitadamente, otro surge como el cuidador del círculo para estimularnos a que seamos pacientes con el proceso.
    El proceso del palo de la palabra es igualitario, seguro y justo. Como dice la concejal Judy, “el palo de la palabra no sólo permite que todos expresen sus ideas , sino que también, con el silencio de todos los demás, da un sentido de valor y respeto al orador cuando nota que todos los demás están escuchando constructivamente”. Como somos una parroquia pequeña hasta hemos empezado a emplear el palo de la palabra litúrgicamente combinándolo con la Lectio Divina.

Tradicionalmente, las iglesias anglicanas y episcopales han dependido de liderazgos heroicos: sacerdotes heroicos, coadjutores heroicos, voluntarios heroicos. Hemos tratado de administrar por exhortación y persuasión moral. A medida que las parroquias se encogen, los héroes, tanto legos como ordenados, se agotan y se ponen a la defensiva. Nuestras feligresías se desaniman y nuestras comunidades se agrían. Las parroquias con liderazgo sacerdotal a tiempo parcial o sin ella crean enormes cargas para los coadjutores.

Un modelo de liderazgo colectivo desanima el heroísmo. Al emplear el palo de la palabra y concentrarse en asuntos generativos, las comunidades entran en un proceso de discernimiento. Esa participación está llena de energía y espiritualidad.

Pruebe lo siguiente: ¿Es posible que se silencien voces en su feligresía porque nunca se les da la oportunidad de hablar? Si halla que ciertas voces dominan todas las conversaciones, adoptar la práctica de emplear el palo de la palabra (o una piedra u otro objeto que se pueda ver y asir fácilmente) crea espacio para que otros añadan sus voces a la conversación o al debate.

Los autores: Si bien este artículo está redactado en la primera persona, es un esfuerzo conjunto. El documento ha sido examinado y aprobado por el consejo parroquial y los siguientes son los miembros de lo que llamamos el Equipo Generativo: Chas Belknap es un sacerdote de Los Angeles jubilado de Salt Spring Island en la Columbia Británica que se desempeña a tiempo parcial en las islas Pender y Saturna. Se describe a sí mismo como un organizador comunitario. Jane Morley es abogada y mediadora con experiencia en la Comisión de Verdad y Reconciliación de Canadá. Judith Rees Thomas tiene una maestría en teología, experiencia en la United Church y es directora espiritual. Michael Butler es miembro de la Iglesia Anglicana y de una parroquia de United Church en Vancouver, es abogado y participó en muchos niveles en el gobierno federal canadiense. Para obtener más información sobre la parroquia de las islas Pender y Saturna visite PenderandSaturna.org. Estamos redactando un Manual de Operaciones Parroquiales e invitamos a nuestros lectores a hacer sugerencias y aportes.

Recursos

This article is part of the July 2014 Vestry Papers issue on Leading Change