September 2021
Celebrating Hispanic Heritage Month

Conectado a la familia, conectado a Dios

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Crecí en una familia de fe. Mi padre fue sacerdote católico durante 12 años, en los años 60, antes de tener la suerte de conocer a mi madre y casarse. Como buenos latinos, siempre vivimos con mucha gente en nuestra casa. Todos éramos como una familia. Por ello, desde pequeño pude ver y sentir la unidad familiar como un valor central en mi vida.

Desde joven, sentí el llamado de Dios a servir en la iglesia. Conocí la Iglesia Episcopal a los diez años de edad en mi ciudad natal, Santiago, República Dominicana. Toda mi familia fue recibida en la Iglesia Episcopal San Lucas por el Obispo de ese entonces, el Rev. Telésforo Alexander Isaac. Allí participé en todo el trabajo de la iglesia, especialmente en la música.

Fui confirmado en 1986, a los 12 años de edad. A los 17 años expresé mi deseo de ir al seminario para ser sacerdote, un gran cambio en mi vida. Sin embargo, mis padres me aconsejaron que primero fuera a la universidad, para poder decidir mejor después.

La universidad, el matrimonio y la vocación

En mi segundo año de arquitectura conocí a Lilian, la que sería mi esposa. Para entonces ella solo tenía 15 años y yo 19. ¡Éramos tan jóvenes! Casi nadie creía que nuestra relación duraría. Muchos pronosticaron "No funcionará, son muy jóvenes", "conocerán a otras personas", "vienen de mundos diferentes". Aunque sentíamos que estábamos en una lucha contra el mundo, siempre creíamos que Dios tenía un propósito para nuestras vidas. Los pronósticos negativos se convirtieron en un reto que no estábamos dispuestos a perder. En la Navidad de 1996, mi esposa acababa de cumplir 18 años y yo estaba por cumplir 23. Nos casamos en la Iglesia Episcopal San Lucas. El obispo Julio César Holguín fue el celebrante de nuestra boda.

En el año 2001 ingresé al Centro de Estudios Teológicos, el seminario episcopal. Las cosas se complicaron un poco. Tuvimos que distanciarnos un tiempo, pero siempre confiamos en el poder de Dios para guiar nuestras vidas.

En 2004 completé los estudios requeridos, siendo nombrado ministro laico para las misiones Jesús Nazareno y El Buen Samaritano en San Francisco de Macorís, un pueblo del noreste de la República Dominicana. El 5 de febrero de 2005 fui ordenado al diaconado y el 12 de febrero de 2006 al sacerdocio.

Los desafíos fortalecen la fe y la confianza en Dios

Antes de mi ordenación vivimos en cuatro lugares diferentes, demasiados cambios en poco tiempo. Los niños no forjaron muchas amistades y ello los afectaba.

Como familia, vivimos momentos buenos y malos, grandes y terribles. Hubo ocasiones en las que pensamos que no podíamos continuar. Para enfrentar con éxito los desafíos que surgen en la vida familiar, debemos fortalecer nuestra relación con Dios y desarrollar disciplinas espirituales.

Creo que los desafíos son parte de la "pedagogía divina" para nosotros. En estos tiempos en los que el mensaje de la cruz no agrada a muchas personas, los cristianos estamos llamados a recordar que es precisamente por la cruz que fuimos redimidos y que la cruz no es un signo de consuelo, sino de sacrificio. Sacrificio significa hacer algo que agrada a Dios, a veces incómodo para nosotros. También puede ser dejar de hacer algo que nos hace sentir a gusto, si con ello obedecemos a Dios.

Este sacrificio es parte del ministerio sacerdotal. De hecho, siento que es la mayor parte. Un testimonio que puedo mencionar es el de la Iglesia Episcopal Dominicana, una iglesia pobre en recursos económicos, pero rica en el Espíritu Santo y en obra misionera. No conozco a ningún miembro del clero de la Iglesia Episcopal Dominicana con una sola asignación a cargo. El mínimo siempre es una misión y suele haber que brindar servicios adicionales, como jardines de infancia, escuelas, albergues, clínicas y otros.

Identidad, evangelismo y crecimiento

San Francisco de Macorís fue mi primer encargo, con las misiones “Jesús Nazareno” y “El Buen Samaritano”. Además, fui rector del Colegio Episcopal Jesús Nazareno y del Albergue Infantil El Buen Samaritano.

Hicimos un plan de tres años y a los dos años empezamos a cosechar los frutos de la obra misionera. La participación de las personas en los servicios religiosos casi se duplicó. El primer año nos concentramos en nuestra identidad como episcopales y anglicanos. El segundo año fue especialmente dedicado a actividades evangélicas, como estudios bíblicos en hogares, conferencias y talleres para adultos y jóvenes, retiros, etc. El tercer año, dedicado a expansión y crecimiento, llegó a personas que nunca habían sido episcopales para integrarlos a nuestras comunidades.

Creo que trabajar nuestra identidad, evangelismo y crecimiento puede ser de gran ayuda para nuestras comunidades. Siento que la relación entre estos aspectos es tan estrecha, que no podemos separar unos de otros. Siempre tenemos que trabajar en nuestra identidad, siempre debemos considerar y proclamar el Evangelio y es deseable que podamos atraer a otros, para la gloria de Dios y el crecimiento de la Iglesia.

Tras nueve años de servicio en San Francisco de Macorís (2004-2013), fuimos enviados a la capital, Santo Domingo, a las misiones “Santísima Trinidad” y “Santa Ana”, donde permanecimos 18 meses. Fue un tiempo de transición, bastante difícil. En nuestros períodos de prueba, Dios nunca nos abandona. Su amor mantuvo viva nuestra fe y como familia fuimos testigos de ello.

El contexto familiar y el ministerio latino en los EE. UU.

En 2015 recibimos el llamado de desarrollar el ministerio latino en la Iglesia Episcopal de Santa Mónica de Naples, Florida. Llegamos a Estados Unidos el 2 de abril de ese año, un Jueves Santo, precisamente el día de la institución del sacerdocio. Así comenzó un nuevo desafío en un país diferente.

En el 2020 respondí al llamado de la Catedral Christ Church (CCC) en Indianápolis para servir como canónigo del Ministerio Latino y este año, 2021, acepté el llamado para ser canónigo de la Catedral. Encontré en CCC gente dedicada, una familia espiritual que se esfuerza en seguir caminando por el sendero del amor en una sociedad que nos desafía a expandir el abrazo amoroso de Dios en todo lo que hacemos. La comunidad de la Catedral es especialmente activa en los ministerios de asistencia social, defensa de los inmigrantes y las minorías. En este momento de mi vida, me siento animado a trabajar en la creación de puentes de amor y justicia entre los diversos contextos culturales presentes en Estados Unidos.

El apoyo más decisivo que recibo en el ministerio proviene de mi familia. Tengo tres hermosos hijos y una esposa maravillosa. Somos, para la gloria de Dios, una familia ministerial. A través de ellos y su amor, Dios me ha dado paz.

La familia es el valor que más unifica a la comunidad latina: en los hogares latinos, las necesidades de la familia son más importantes que las necesidades individuales. Es por ello que no puede existir en la iglesia una comunidad latina sana si no está integrada como una familia.

Como latinos en Estados Unidos, tenemos muchas cosas buenas para compartir. Conocí una comunidad que trabaja arduamente y trata de dar lo mejor de sí. Creo que el contexto familiar sigue siendo lo principal al compartir el amor y las bendiciones de Dios. ¡Siempre hay alguien a quien recibir! Cada día hay personas que buscan sentirse como en casa. ¡Ahí está nuestro llamado y fortaleza! Después de superar una multitud de situaciones, al final todo sirve como prueba de que la luz de Cristo brilla más allá de toda adversidad. Amén.

El Rvdo. Hipólito Fernández Reina nació y se crió en la República Dominicana. Es canónigo de la Catedral Iglesia de Cristo en Indianápolis. Sus prioridades son Dios, la familia y el ministerio, en ese orden exacto. Se graduó del Centro de Estudios Teológicos, del Seminario Episcopal de la República Dominicana en 2004 y fue ordenado sacerdote en 2006. En la Iglesia Episcopal ha encontrado una familia espiritual que se esfuerza por seguir caminando por el camino del amor en una sociedad que nos desafía a extender el amor de Dios en todo lo que hacemos.

Recursos:

This article is part of the September 2021 Vestry Papers issue on Celebrating Hispanic Heritage Month