July 2019
Strategic Visioning

Extender nuestra imaginación estratégica

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Este artículo, el primero de dos, es una introducción al tipo de cambio imaginativo y estratégico que se requiere para que la Iglesia pueda evolucionar de institución a movimiento. La segunda parte se centra en cómo empoderar a otros a unirse en solidaridad.

En los estacionamientos de parroquias episcopales se ven frecuentemente automóviles con pegatinas en los parachoques que dicen “Somos la rama episcopal del Movimiento de Jesús”. La visión del Obispo Presidente Michael Curry figura frecuentemente en sermones, en el circuito de conferencias episcopales y en redes sociales como respuesta a la pregunta “¿episco qué?”.

Pero cuando afirmamos que somos un movimiento, ¿qué exactamente estamos diciendo?

Muchos dentro y fuera de la Iglesia Episcopal piensan en la denominación como una institución cívica y social. La consideran como un club de campo eucarístico en el que las campanas y los aromas litúrgicos son equivalentes a la pompa y solemnidad militar de un funeral estatal o de un servicio religioso presidencial de oración.

Movimiento es un sustantivo pegadizo que muchos en nuestra cultura ansían reivindicar. Sin embargo, su popularidad ofusca el profundo cambio de identidad que denota la visión del Obispo Presidente,

Un cambio significativo de identidad

Nuestro mundo está pasando por un cambio radical a un ritmo sin precedentes en la historia de la humanidad y las instituciones a nuestro alrededor están paralizadas y hasta empecinadas en exacerbar el caos. Por motivos pragmáticos e inspirados por el Espíritu, ya estamos hablando de una Iglesia que se expresa no como institución, sino como movimiento. Para hacer que la Iglesia Episcopal sea un agente de cambio en este mundo, debemos estar dispuestos a movernos.

Sabemos ser una institución. Tenemos mucho que aprender sobre ser un movimiento.

El lenguaje adaptativo del Obispo Presidente es un primer paso importante hacia esta nueva identidad. Cuando nos referimos a nosotros mismos como “la rama episcopal del Movimiento de Jesús” y tomamos en serio la llamada a transitar el Sendero del Amor, estamos pasando de una identidad institucional estática a una manera de ser dinámica que pone en riesgo la reputación, es radicalmente incluyente, está orientada hacia la justicia y perturba profundamente.

Vivir como movimiento requiere ir más allá del lenguaje y adaptar nuestras imaginaciones, causando un cambio estratégico en la manera en que funcionamos. “Transfórmense mediante la renovación de su mente”[1], urge el apóstol Pablo. El cambio Cristocéntrico surge en y entre los que fomentan una imaginación espiritual expansiva y alegre. Como escribe y canta Andre Henry, un artista y teólogo dedicado a la justicia racial, “No tiene que ser así”.[2]

La visión que tenían en mente los seguidores iniciales de Jesús era nada menos que la renovación y transformación total del mundo. Se consideraba que eran una amenaza al statu quo y se los conocía menospreciadamente como “gente que está poniendo el mundo cabeza abajo.”[3] En la actualidad, los agentes del Movimiento de Jesús están llamados a ofrecer una historia convincente que contrarresta las mentiras de la supremacía.

Realizar un movimiento

¿Pero cómo lo hacemos? Ahora que estamos empezando de nuevo, conviene que prestemos atención a aquellos que dedicaron su vida a aprender a inspirar a la gente a que participe en acción directa no violenta para generar el cambio social.

Los creadores de movimientos tienen mucho que aprender de la investigación de Erica Chenoweth y Maria J. Stephan, quienes demostraron cuantificablemente que los movimientos no violentos tienen el doble de probabilidades de alcanzar fines democráticos que los movimientos violentos.[4] Este nivel de éxito se debe en gran medida a que los revolucionarios no violentos ya están viviendo el mundo que quieren realizar. Ponen en práctica los valores que esperan ver en la cultura que los rodea. Este tipo de integridad inspira a otros unirse al movimiento. Y cuanto mayor es el nivel de “participación activa y sostenida”[5] en el movimiento, mayor es la probabilidad de que su visión se convierta en realidad.

Los movimientos exitosos rehúsan conformarse con el mundo tal como está: encarnan el mundo que quieren y simultáneamente trabajan estratégicamente hacia una visión extraña y persuasivamente esperanzadora. Habitan y viven esa visión mediante tácticas que perturban el statu quo.

Gene Sharp, el patrono de los revolucionarios no violentos en el mundo, escribió extensamente sobre el poder y la capacidad de los movimientos no violentos de acabar las dictaduras y sustituirlas con un régimen democrático. En su obra fundamental De la dictadura a la democracia, Sharp escribió que los que quieren que el mundo sea diferente “creen que si simplemente viven sus ideales a pesar de las dificultades, están haciendo todo lo que pueden por hacer que se conviertan en realidad. La adhesión a sus objetivos y su lealtad son dignas de encomio, pero extremadamente inadecuadas para acabar con una dictadura y alcanzar la libertad”.[6]

El mero hecho de hablar sobre ser el Movimiento de Jesús no hace que seamos un movimiento. En primer lugar, necesitamos una visión de Comunidad Amada que nos inspire. Posteriormente necesitamos ser seguidores subversivos y estratégicos de Jesús, trabajando en solidaridad con todos los oprimidos en aras de esa visión. En este movimiento, necesitaremos aprender cómo funciona el poder y que el pueblo de Dios puede alterar los poderes que el fallecido teólogo Walter Wink llamó “los poderes que mandan”. Necesitaremos usar tácticas de acción directa no violenta (Sharp identificó 198 de ellas) para socavar sistemas arraigados que perjudican a los amados de Dios.

Empoderados por imaginación sacramental

Como pueblo sacramental, sabemos algo sobre esta manera de vivir fielmente en el espacio límite entre lo es y lo que será. En la liturgia nos referimos a lo que ambicionamos como si ya estuviera presente y llegando a ser, incluso si el mundo que nos rodea se empecina en dejar las cosas como están.

Los que participan en el Movimiento de Jesús deben de ser los revolucionarios más radicales.

Después de todo, en el bautismo celebramos que cada uno de nosotros es un hijo amado de Dios, encargado como agente de Cristo Resucitado a encontrar a Cristo en todas las personas y hacer justicia en el mundo.

Todas las veces que acudimos a la Mesa, nuestra comunión mutua representa la Comunidad Amada como Dios tenía la intención de que fuera, a la que todos acuden en pos de gracia, en la que se recibe a todos como amados y de la que todos salen fortalecidos para ser las manos y pies de Cristo en el mundo. Como dijo San Agustín, “Ve lo que eres y conviértete en lo que recibes”. ¿Qué pasaría si todas las veces que comulgáramos tomáramos en serio esta invitación de Cristo a ser un pueblo cambiante, abierto a que el Espíritu nos transforme desde dentro, para que podamos participar en el trabajo de Cristo de hacer nuevo el mundo?

Si tomáramos a Cristo en serio, estos actos sacramentales harían temblar a los poderes que mandan. Estas son prácticas profundamente subversivas, porque brindan una visión diferente de cómo podrán ser las cosas. Como pueblo del Movimiento de Jesús, tenemos la oportunidad entretejer nuestra imaginación sacramental con iniciativas estratégicas. Con una imaginación sacramental estratégica en práctica, podremos tener ojos para ver la comunión y la vida emergentes en los lugares de división y muerte existentes en el mundo que nos rodea. Es con esta visión sagrada que estamos empoderados para promulgar las verdaderas realidades del reino de Dios en el aquí y ahora e invitar a otros unirse a nosotros en esta labor valiente.

La Rev. Lauren Grubaugh se desempeña como sacerdote en Christ Church Cathedral, situada en Indianápolis. La suya es una parroquia multicultural y multilingüe dedicada a la formación espiritual, la belleza y el fomento. Como sacerdote, Lauren estimula la curiosidad sobre las prácticas espirituales necesarias para que las comunidades se conviertan en agentes de paz valientes y perseverantes en un medio político y ecológico crecientemente caótico. Su anhelo de aprendizaje vitalicio la condujo al Seminario Teológico de Virginia, al Seminario Teológico Fuller, a la UCLA (donde obtuvo una licenciatura en español) y más recientemente a la Escuela Kennedy de la Universidad de Harvard, donde completó un curso llamado Leading Nonviolent Movements for Social Change (Liderar movimientos no violentos para el cambio social). Síganla en Twitter @laurengrubaugh

1 Romanos 12:2, Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy.
2 Escuche la canción aquí. Para enterarse más sobre Henry y su trabajo para un mundo antirracista, visite su sitio web, www.andrerhenry.com. Su boletín semanal, “Hope and Hard Pills” (Esperanza y píldoras difíciles de tragar) está repleto de recursos prácticos para una vida antirracista.
3 Hechos 17:6b, NBLH.
4 Esta investigación figura en Why Civil Resistance Works: The Strategic Logic of Nonviolent Conflict (Por qué la resistencia civil funciona: la lógica estratégica del conflicto no violento)
5 Pasaje de un discurso pronunciado en 2013 por Chenoweth en TEDxBoulder. Chenoweth demostró que se puede acabar con un régimen opresivo cuando el 3.5 por ciento de la población participa activamente en un movimiento no violento.
6 Gene Sharp, From Dictatorship to Democracy: A Conceptual Framework for Liberation (De la dictadura a la democracia: Un marco conceptual para la liberación), Albert Einstein Institution, 2002 pp 41

Recursos:

This article is part of the July 2019 Vestry Papers issue on Strategic Visioning