September 2019
Mobilizing our Assets for Mission

Los cinco mitos principales de la mayordomía

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La palabra mito se emplea a menudo para describir ideas o creencias falsas o erróneas, pero que se consideran ampliamente como verdades. Esa definición coincide con muchas ideas sobre la mayordomía que circulan por la Iglesia. A continuación, tomo las creencias más generalizadas, describo lo poco o nada que ayudan y ofrezco mejores maneras de enseñar y tratar la mayordomía en nuestras congregaciones.

1. La mayordomía se trata solo de dinero

Este es un mito generalizado. Es muy fácil emplear la mayordomía como una manera de recaudar fondos, pero la verdadera mayordomía a nivel de feligresía es muchísimo más. Hay muchos modelos viejos que van al meollo de la cuestión y el favorito en la Iglesia Episcopal es “Tiempo, Talento, Tesoro”. En este modelo, la mayordomía se define como todas las cosas que usted aporta a su iglesia, incluyendo su tiempo, talento y tesoro.

También necesitamos desarrollar una comprensión holística de la mayordomía que incluya el medioambiente y nuestros estilos de vida. Cómo cuidamos la creación de Dios como administradores del mundo es un aspecto importante de nuestra vida como discípulos de Jesucristo. Asimismo, la manera en que vivimos dice mucho sobre cómo estamos viviendo nuestro llamado a seguir a Jesús. La famosa cita de Gandhi, “Vive simplemente para que otros puedan simplemente vivir” es una piedra de toque para un estilo de vida de mayordomía. Un ejemplo sería examinar las maneras en que apoyamos las empresas que afectan nocivamente al mundo.

Las campañas de mayordomía son campañas de discipulado. Todo lo que hacemos en nuestra Iglesia apunta hacia una vida más plena en Jesucristo. Para que la mayordomía nos ayude a entrar en una relación más profunda con Jesús tenemos que pensar más holísticamente sobre lo que ello significa.

2. Mantenerse al tanto de los antecedentes de donativos de su congregación afecta su habilidad de ser su pastor

¿Estar al tanto de los antecedentes de donativos de alguien y su compromiso actual cambia su reacción pastoral a ese/a congregante? En caso afirmativo, hay otras cosas en juego. Ciertamente puedo entender la frustración que puede sentir si un(a) miembro de su iglesia reduce su compromiso de dar a la mitad a causa de algo que usted considera insignificante, ¿pero eso prevendría que usted esté de su lado en medio de una crisis? Lo mismo es cierto sobre los/as grandes donantes. Nos encanta tener gente que tienen mucho que dar y dan mucho a Dios, ¿pero debe eso realmente afectar su reacción pastoral al resto de la congregación?

Es importante que piense en la información que pierde si no da seguimiento a los donativos de la gente. Es una triste realidad que mucha gente expresa sus quejas mediante su compromiso con el diezmo y sus ofrendas. ¡Si usted no sabe que uno(a) de sus congregantes más estables acaba de hacer un compromiso de dar $1.00, ha perdido una enorme comunicación!

Ser irreprochable también es importante. No queremos que nuestros feligreses piensen que sus donativos tengan algo que ver con la manera en que se les trata en su comunidad de fe. Sin embargo, pienso que hay muchas maneras de lograr eso sin quedar a ciegas de los detalles importantes para la vida de su congregación.

3. Recaudar fondos es más fácil para las iglesias grandes

Sí, las iglesias grandes recaudan más dinero. Tener más donantes por lo general redunda en mayores cantidades, pero no me parece que eso signifique que sea más fácil.

Algo de lo que casi nunca hablamos sobre la recaudación de fondos en la iglesia es el retorno de la inversión. Los funcionarios de desarrollo de exalumnos/as de sus universidades observan muy de cerca el retorno de la inversión. El interrogante se resume a ¿cuánto le costó recaudar un dólar? Lo que parece ser un buen indicador para la industria es aproximadamente 24 centavos por cada dólar recaudado. Me gustaría que nuestras iglesias redujeran un poco esa cantidad, pero no hay datos concretos que respalden un indicador de retorno de la inversión para las iglesias.

Por lo general, las iglesias más pequeñas deben tener un retorno de la inversión relativamente bajo. Eso significa que su pequeña congregación gastará menos en recaudar fondos necesarios. Fíjese en las congregaciones más grandes de la Iglesia Episcopal. ¡Algunas de estas iglesias gastan tanto es sus campañas de mayordomía como lo que las iglesias más pequeñas gastan en su presupuesto total! Algo que una iglesia más pequeña puede prometer es que el tesoro que tanto les cuesta ganar a sus congregantes volverá a la comunidad y al ministerio de la Iglesia.

4. Los legados son el enemigo

Esto me encanta: “¡Si creamos un legado, matará a esta iglesia!”. Todos parecen tener una historia horripilante en la que a una iglesia le iba muy bien hasta que inició un legado y todo se desmoronó. Yo diría que la correlación no es la causalidad.

Sí, he visto iglesias que sufrieron contratiempos alrededor del momento en que sus legados alcanzaron un tamaño determinado. Pero nunca salí convencido de que el legado fue el verdadero motivo de esos contratiempos. El liderazgo deficiente, las relaciones problemáticas entre ministerios y la total inhabilidad de lidiar con los conflictos, todas esas cosas crean problemas. A veces el problema proviene de discusiones sobre qué hacer sobre el legado, pero eso no es culpa del legado. Es sencillamente gente siendo gente.

Lo opuesto de este argumento también es un mito. Alguna gente cree que los legados arreglarán todo. Los legados son herramientas que pueden ser extraordinariamente poderosas si se los administra bien. Contar con una buena administración es imprescindible.

5. Menores compromisos de donativos, menores cantidades, iglesia moribunda

Este es difícil y es un verdadero problema para más y más iglesias. Usted ve una reducción constante de sus cifras. Menos gente asiste a la iglesia y los/as que quedan donan menos. Usted piensa que su iglesia está moribunda.

Puede ser que su iglesia esté moribunda. Sin embargo, puede ser que su iglesia simplemente esté cambiando y eso puede ser algo bueno. Creo que lo que debemos preguntarnos siempre acerca de esto es: ¿Está formando discípulos de Jesucristo, independientemente de la edad de los/as que se sientan en los bancos de su iglesia?

Si tiene una iglesia con solo 25 personas y todas ellas son mayores de 65 años de edad, ¿está formando a los/as de esa magnífica generación para que sean seguidores de Jesús? ¿Les está proporcionando alimento espiritual y les está empujando para que expandan los límites de su amor? ¿Está atendiendo sus necesidades y les está proporcionando las herramientas que necesitan para profundizar su vida espiritual? ¿Puede hacer esas cosas con los recursos que le está proveyendo la iglesia?

La última pregunta es la más importante. Usted puede decir sí a todas las preguntas y decir no a la última. Si ese es el caso, tal vez ha llegado el momento para que haya liderazgo a tiempo parcial o liderazgo laico en su iglesia. Eso no significa que la iglesia esté moribunda, sino simplemente que está cambiando.

La buena mayordomía significa analizar a fondo la situación de su iglesia. Sí, algunas iglesias tendrán que cerrar sus puertas. No tengo una buena manera de suavizar esta verdad. ¡Sin embargo, si su comunidad sigue estando entusiasmada por ser discípulos/as de Jesucristo, entonces puede ser que todavía le quede vida!

Bill Campbell es director ejecutivo de Forma | The Network for Christian Formation (Forma /La red para la formación cristiana), www.forma.church. En la actualidad es director de programas de la ECF mediante una colaboración entre la ECF y Forma que combina las mejores prácticas de discipulado y las redes de Forma con los notables recursos de liderazgo y las redes de la ECF.

Recursos:

This article is part of the September 2019 Vestry Papers issue on Mobilizing our Assets for Mission