September 2021
Celebrating Hispanic Heritage Month

El camino menos transitado

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Eran las ocho de la mañana, lo que significaba que era hora de despertar e ir a la iglesia. Mientras que me ponía mi bonita camisa de vestir y pantalones negros, le pregunté a mi mamá si ella iba a enseñar la clase de la escuela dominical. Lamentablemente, respondió que no. Inmediatamente me puse a la defensiva y le dije que no quería ir a clase si ni ella ni mi hermana estarían enseñándola.

Mi mamá y yo ya habíamos pasado por esto varias veces y me había permitido quedarme con ella y mi papá durante el servicio religioso. Me convertí en el niño que aplaudía durante las canciones y proclamaba “aleluya” durante la Eucaristía. Cualquier cosa para no ir a clase.

Un candidato poco probable dice "sí" al Ministerio de Niños

Diez años después, se me acercó la esposa de nuestro rector, Mariely. Me dijo que estaba iniciando un nuevo ministerio de niños y que quería que yo fuera parte de él. Estaba simultáneamente entusiasmado y reacio a unirme a su equipo. Nadie me había dado la oportunidad de ser un líder real en un ministerio. Mi entusiasmo ganó y acepté su invitación. Siguió acercándose a diferentes jóvenes y adultos jóvenes hasta que reunió un equipo sólido.

Bueno... al principio, nuestra roca sólida era más bien arena. Todos éramos granitos individuales de recién llegados y veteranos de la iglesia, esperando ansiosamente ser moldeados en un equipo unido. Algunos de nosotros habíamos crecido leyendo historias de la Biblia, mientras que otros estaban aprendiendo las historias junto con los niños. A pesar de esas diferencias, Mariely nos unió, y con sus discursos edificantes y motivadores, nos convenció a todos a que ayudáramos.

Una de esas estudiantes universitarias era Katherine Reyes, quien decía: “Mariely siempre está presente cuando algo nos preocupa o cuando simplemente necesitamos que nos confirmen que estamos haciendo un buen trabajo". Independientemente de lo que necesitáramos, Mariely estaba allí, uniéndonos a todos con el objetivo común de difundir la palabra de Dios a los niños de nuestra iglesia y a sus familias.

Cuando llegó el momento de decidir qué clase enseñaríamos, me asignaron a los de cuarto y quinto grado, junto con David Medrano. Es la clase que nadie quiere enseñar y felicito a todos los voluntarios y maestros que trabajan con esos grados, porque no es fácil.

Los niños de esa franja de edad tienen un conflicto interno: quieren participar en las manualidades y en los juegos, pero algo dentro de ellos les dice ¡No! ¿Qué estás haciendo? ¡Estás demasiado en la onda como para bailar y hacer manualidades! Algunos de ellos sentían pasión por sus propios pasatiempos y no querían hablar sobre la lección. María Celeste, una de nuestras maestras veteranas, dijo, “el desafío es redirigir la atención de los niños a la lección y desviarlos de los temas sobre los que prefieren hablar”.

Para empeorar las cosas, a los varones de esos grados les encanta correr y ser ruidosos. A las niñas, por otro lado, les encanta criticar el volumen de los varones. Ello se convirtió en un problema y decidimos ponerlos en aulas diferentes. David y yo lo pasamos muy bien con los varones. Estaban aprendiendo y participando. Todo iba bien hasta que las niñas se dieron cuenta de lo mucho que se estaban divirtiendo los muchachitos. Fueron con quejas a su maestra diciéndole: “¿Por qué se divierten los varones en la clase de ellos? Nosotras también nos queremos divertir. ¡Esto es aburrido! "

Volvimos a unir la clase y nunca más oímos la palabra “aburrido”.

Y después vino la pandemia

Si pensaba que eso era malo, espere hasta que se entere de esa cosa extraña llamada pandemia. Cuando nuestro equipo oyó por primera vez sobre el virus, no le dimos mucha importancia. “Solo tenemos que asegurar que los niños usen desinfectante, no es gran cosa”. Después, los servicios religiosos y la escuela dominical se suspendieron. ¿Fue ello tiempo libre para nuestro equipo? ¿O un momento para preocuparnos por nuestros niños y sus familias?

Desafortunadamente, no tuvimos tiempo libre. Mariely nos convocó a una larga reunión sobre la única cosa que aprendería a odiar y despreciar. Lo conoces, te encanta, es verdad… ella convocó una reunión por Zoom. No los aburriré con todos los detalles, pero salimos de esa reunión con mucha más perspectiva y una mente más clara. Mariely nos instó a que siguiéramos luchando y nos ayudó a dar las clases de nuestra escuela dominical en línea. Las cosas finalmente empezaron a mejorar. Todos estábamos haciendo mejor las cosas como equipo y muchos niños estaban viendo nuestras lecciones en YouTube.

Justo antes de que la pandemia golpeara por primera vez, Mariely me había pedido que dirigiera la Escuela Bíblica de Vacaciones de 2020 (EBDV). Me emocionó muchísimo recibir esa invitación increíble, hasta que golpeó la pandemia. Me vinieron a la cabeza ideas de cancelar y protocolos de seguridad. Me arrojaron a la parte profunda de la piscina sin que supiera nadar y apareció una enorme ballena dispuesta a engullirme. Pero Dios vio mi angustia y me liberó de la bestia. Me ayudó a encontrar un propósito y envió la caballería, nuestra maravillosa directora del Ministerio de Niños, Mariely.

Trabajando juntos, encontramos los voluntarios que necesitábamos y montamos una EBDV (Escuela Bíblica de Vacaciones) virtual y en vivo para 80 niños. Nunca me imaginé a mí mismo como director de una EBDV y mucho menos con 80 niños. Sin embargo, no fui el único voluntario asustado. Mayra Valiente, miembro del equipo, recuerda: “Estaba taaaan nerviosa. Mariely y el equipo me ayudaron a 'confiar en Jesús' y a 'ser valiente'. Ella me enseñó a seguir adelante, independientemente de las circunstancias, y a poner siempre todo en manos de Dios”. Al final, el programa fue un éxito y, aunque todos extrañamos ver a los niños en persona, a los participantes y sus padres les encantó lo que había hecho nuestro equipo.

A principios del verano pasado, se nos permitió abrir la escuela dominical mientras que seguíamos publicando videos en nuestro canal de YouTube. Ello elevó enormemente la moral de nuestro equipo, porque que había llegado el momento de liderar la EBDV una vez más. Para darnos tiempo para decidir si realizaríamos el programa en persona o virtualmente, lo programamos para que comenzara la primera semana de agosto. Esa primera semana tuve la oportunidad de presentar mi EBDV por primera vez en persona. Fuimos bendecidos con 30 niños participantes y fue una sensación increíble ver a los niños allí en persona, aprendiendo juntos sobre el amor de Dios.

¿Está en dudas? ¡Abróchese el cinturón y salte!

El ministerio de niños consta de dos grupos de personas: los que tienen una visión fuerte y otros lo suficientemente locos como para llevar a cabo esa visión. El ministerio de niños es un programa que funciona. Uno de nuestros voluntarios, Heriberto Basabe, describe así su experiencia con algunos miembros de su equipo de esta manera. “Algunos de esos niños son mis compañeros, que trabajan a mi lado en este maravilloso ministerio. Pero incluso después de todo este tiempo, los veo como los niños de ocho años que recuerdo: contestando sus preguntas, orando por ellos cuando están en problemas, riéndose de ellos cuando hacen alguna tontería”.

Los estudiantes del pasado se han convertido en maestros de la próxima generación. Si está debatiendo si el ministerio de niños podrá ser su próximo paso, lo reto a que simplemente se abroche el cinturón de seguridad y salte. Le prometo que el camino que tendrá ante sí no se asemejará en nada a lo que vio anteriormente.

Anthony Rodríguez es un salvadoreño-estadounidense nacido y criado en Houston. Es estudiante de teología en la Universidad de St. Thomas y tiene una verdadera pasión por las Escrituras y los textos clásicos. Desde hace tres años es líder de un ministerio de niños, pero ha servido al Señor desde la cuna. Le encanta el fútbol y siempre está dispuesto a salir a jugar al aire libre.

Recursos:

This article is part of the September 2021 Vestry Papers issue on Celebrating Hispanic Heritage Month