August 23, 2019

Para Crecer Espiritualmente Necesitamos Ser Amados

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Hablar de crecimiento espiritual no es una tarea fácil. Es un tema que se puede mirar desde un sin número de perspectivas porque lo que funciona para una persona, no necesariamente funciona para la otra. Sin embargo, todos podemos estar de acuerdo en que queremos crecer espiritualmente; tener una vida espiritual más rica y profunda. Lo difícil es descubrir cómo lograr ese tan deseado crecimiento. Especialmente si somos parte de algún grupo minoritario.

Si eres miembro de la comunidad LGBTQI+, una minoría racial o de género, sabes de lo que hablo. No es fácil crecer cuando se está tratando de sobrevivir y cuando además, estás buscando cómo sanar las heridas que muchas veces nos ha causado la religión y/o alguna iglesia.

En mi opinión, lo primero es dejar de justificar nuestra existencia ante quienes niegan nuestra humanidad. La Biblia se ha usado para oprimir a las mujeres, a la comunidad LGBTQI+ y a quienes no somos blancos. Ponernos de igual a igual es muy desgastante. Lo mejor es descansar en el amor de Dios, estando seguros de que Dios nos ama tal y como somos y que nos ha hecho sus hijos e hijas.

Otra forma de crecer espiritualmente, al menos para mí, ha sido crear prácticas o hábitos espirituales que me conecten o re-conecten con Dios. Si tenemos una imagen sana de Dios, nos vamos a acercar por amor y no por miedo a alguna condenación.

Dos pilares fundamentales de mi fe han sido la oración y la lectura de la Biblia. Y creo que como Episcopales somos muy afortunados porque contamos con el Libro de Oración Común que nos da un sistema para orar y meditar en la Palabra de Dios todos los días. En la oración matutina y vespertina encontramos una guía para hablar con Dios y alimentarnos de su Palabra. Lo importante como con todo hábito es ser consistentes y practicarlos a diario.

Aparte de estos dos pilares, pienso que es fundamental mirar las tareas de nuestro día a día como hábitos espirituales en potencia. Siempre he creído que algo que parece común y corriente puede ser sagrado. Por ejemplo, si te gusta cantar puedes tomar un tiempo durante tu día y dedicarle algunas canciones a Dios. Deja que esas canciones sean tu oración y te conecten con la presencia y el amor de Dios.

Otro ejemplo, puede ser el silencio. Vivimos en un mundo donde se recompensa al que hace más cosas, sin importar si no tiene vida propia o familiar. Y sin importar si se está acabando la vida por tratar de cumplir mil compromisos al día. Nos hemos acostumbrado a vivir en el caos, llenos de ruidos que nos estorban sin darnos cuenta. Por eso tomar unos minutos, cada día, para estar en silencio es algo contracultural. Además, es una forma de escuchar a Dios. Es un momento para dejar de pedir y sólo escuchar y sentir lo que Dios quiere decirnos.

Volviendo al tema de las heridas espirituales, creo que sin buscar cómo sanar esas heridas será muy complejo crear los hábitos que nos ayuden en nuestro crecimiento espiritual. Para ello, es fundamental encontrar una comunidad de fe que te acepte y te valore con todos tus dones. Una comunidad donde se pueda hablar de esas cosas que nadie quiere hablar: del racismo, el sexismo, la sexualidad, la diversidad, etc.

Siendo parte de una comunidad de fe donde te sientas amado y aceptado, donde no tengas que cambiar o esconder algo de tu vida o de quien eres, te será más fácil crear y practicar tus hábitos espirituales. Ahora bien, el crecimiento espiritual no es solamente una meta individual sino que debe ser algo que dé frutos en nuestro entorno, incluida nuestra iglesia y comunidad. Por lo mismo, es necesario ser parte de una iglesia, allí podremos alimentarnos de otras personas, aprender de ellos, ser desafiados y también compartir lo que nosotros estamos haciendo en nuestra vida espiritual.

Finalmente, no te desanimes si no ves los frutos de tus nuevos hábitos de un día a otro. No funciona así. Toma meses y años ver la diferencia. Lo importante es seguir practicándolos a diario. Habrán momentos en que te sentirás más cerca de Dios y otros momentos en donde lo sentirás lejos. Confía en que Dios está en ambas temporadas. Poco a poco irás viendo los frutos. Las personas más cercanas a ti se darán cuenta y te lo dirán.

Ahora el desafío está en tus manos. ¿Cómo crecerás espiritualmente en este nuevo año? Eso lo decides tú.

Andrés Herrera es chileno pero ha vivido más tiempo en otros países que en su tierra natal. Estudió periodismo y luego teología, conoció la Iglesia Episcopal en Colombia, Carolina del Sur, en 2015, durante su formación como capellán hospitalario. Le apasiona escribir y ayudar a las comunidades marginadas, porque él es parte de varias de ellas.