June 20, 2023

El trabajo de la Justicia Racial y la Reconciliación

This blog is available in English, click here. Este blog está disponible en ingles, haz clic aquí.

El trabajo de la Justicia Racial y la Reconciliación es arduo pero necesario para que realmente seamos una comunidad amada.

Como cristianos, creemos que todos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. Jesús bajó a la tierra y reafirmó ese hecho con su mensaje de amor. Este mensaje era tan poderoso que incluso se metió en problemas con muchos de los líderes de su época. Cuando le preguntaron cuál era el mandamiento principal, respondió: "—“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.” Éste es el más importante y el primero de los mandamientos. Pero hay un segundo, parecido a éste; dice: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” En estos dos mandamientos se basan toda la ley y los profetas". (Mateo 22: 36-40 DHH)

Sin embargo, todavía tenemos división y odio en nuestro mundo. Entonces, ¿por qué es tan difícil amarnos los unos a los otros?

He reflexionado sobre este tema durante casi toda mi vida. Crecí en una comunidad predominantemente latina en el distrito de la Misión de San Francisco. En esa comunidad tan unida, había gente de varias razas, religiones y colores. Celebrábamos las diferencias de las personas y disfrutábamos aprender los unos de los otros. Bailábamos al son de la música de distintos países y comíamos fantástica comida de otras culturas. Nunca utilizaríamos el término "fusión de culturas" porque eso es lo que no queríamos ser. No queríamos que los demás se asimilaran; celebrábamos nuestras diferencias.

El color de tu piel, la forma de tus ojos o el sonido de tu acento no estaba mal ni era raro. ¡Te hacía ser tú, tú! Y al apreciar nuestras diferencias, dábamos gracias a Dios por ser tan maravilloso al crear un mundo tan diverso. Nuestras vidas nunca fueron aburridas. Estaban llenas de color, cultura y amor por la vida. De hecho, la vida era buena estando en comunidad.

Sin embargo, eso cambió cuando me aventuré fuera del distrito de la Misión. Empecé a experimentar el racismo y la discriminación en muchos lugares y entornos, incluso sin advertencia. Notaba que la gente me miraba de forma diferente, como si tuvieran odio en los ojos; los empleados me seguían por las tiendas cuando iba de compras; a menudo no me daban trabajo por "no cuadrar", o los blancos que iban en carro me gritaban por la ventanilla diciéndome "¡vuelve al lugar de donde vienes! O ¡vete al infierno!" - ¿Será porque era latino o gay? O quizá por las dos cosas. ¿Por qué la gente me juzgaba y despreciaba sin conocerme?

El racismo, como cualquier enfermedad, puede llegar a ser mortal si no se trata. Hemos sido testigos de los asesinatos de George Floyd, Breonna Taylor, Tyre Nichols y Alex Nieto. En los estados fronterizos, vemos vigilantes que disparan a personas que buscan una nueva vida. Estos "protectores de la frontera" llegan incluso a tirar botellas de agua dejadas por ángeles para ayudar a la gente en sus viajes a través del calor del desierto. Sin embargo, muchos de los que disparan y tiran el agua para que otros sufran en el calor considerarían que son buenas personas.

Como cristianos, asistimos a los servicios religiosos los domingos y ofrecemos nuestras plegarias a Dios a través de las Oraciones del Pueblo, esperando y orando para que cesen las matanzas y el dolor. Sin embargo, a menudo me pregunto, ¿es tarea de Dios traernos esta paz, o es nuestra responsabilidad contribuir a detener el odio y la violencia que plagan nuestras ciudades, nuestra nación y el mundo siendo realmente seguidores de Jesús y amándonos los unos a los otros?

Como diácono de la rama episcopal del movimiento de Jesús, espero hacer mi parte para amar y animar a otros a que hagan lo mismo. Este esfuerzo requiere trabajo y honestidad. Requiere mirarse al espejo y preguntarse qué tipo de cristiano quiero ser. Además, como miembro de la Iglesia, me pregunto cómo podemos reconocer y trabajar para reconciliar nuestro pasado y las acciones actuales que afectan a nuestro presente y futuro.

Lao Tzu escribió una vez: "Vigila tus pensamientos, se convierten en tus palabras; vigila tus palabras, se convierten en tus acciones; vigila tus acciones, se convierten en tus hábitos; vigila tus hábitos, se convierten en tu carácter; vigila tu carácter, se convierte en tu destino".

El mundo puede parecer tan oscuro y desesperanzado. Pero creo que hemos sido llamados para este momento. Recuerden, la luz es lo único que perturba la oscuridad, y solo el amor vence al odio. Como Iglesia, podemos ser la luz de amor que nuestras comunidades, nuestro país y el mundo necesitan.

Sí. El trabajo de justicia racial y reconciliación a veces puede ser arduo y doloroso, pero vale la pena.

Sé que llegaremos a ser una comunidad amada. Y nos regocijaremos en los pueblos y el mundo hermosos y diversos que creó nuestro Dios.

Un día, nos daremos cuenta de que la manera de llegar a amar plenamente a Dios es amando al prójimo.

El Revdo. Miguel Bustos ha sido nombrado gerente de la Iglesia Episcopal para la Reconciliación Racial y la Justicia. Con sede en San Francisco, Bustos es un líder respetado en justicia social y racial con una profunda experiencia en la movilización de personas y recursos para el movimiento. Es miembro de las juntas directivas de la Fundación Staying Alive de MTV y de Hispanos in Filantropía y es mentor en el Programa Trinity Church-Wall Street Fellows. Nacido y criado en el Distrito de la Misión de San Francisco, Bustos vive allí con su compañero de vida, Alex.