October 28, 2010

¿Abarca mucho pero aprieta poco su junta parroquial?

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¿Intenta su junta parroquial hacer todo a la vez en reuniones mensuales en las que todo lo que enfrenta la iglesia se saca a relucir y discute? ¿Se improvisan casi todas las ideas? ¿O se presentan como comentarios considerados respaldados por buena información? Una buena manera de evitar las reuniones maratón en las que nadie recuerda exactamente qué se logró es enviar el trabajo de la junta parroquial a comités productivos.

Uno de los principales beneficios de un modelo de esa índole es que en él pueden participar muchos más feligreses en la toma de decisiones que sólo los 9 ó 12 miembros elegidos de la junta parroquial.

En St. Andrew’s lo hacemos de la siguiente manera: primero, dejamos claro que el rector y sólo el rector supervisa y lidera el personal. A ningún miembro del personal le gusta que un miembro de la junta parroquial esté mirando por encima de su hombro, si bien aman y aprecian a sus compañeros laicos en el ministerio.

Después determinamos el trabajo principal del que era responsable la junta parroquial y creamos siete comités permanentes para que se dirigieran a ese trabajo. Ahora tenemos grupos de Finanzas, Mayordomía, Edificios y Terreno, Personal, Comunicaciones, Tecnología y Planificación que procesan casi todo el trabajo considerable que se nos presenta. Todos ellos tienen un enlace con la junta parroquial pero todos incluyen un número de otros feligreses que ensanchan el círculo de participación.

Las reuniones de la junta parroquial consisten de informes de esos grupos y de una sección llamada Artículos de Acción en los que los comités pueden presentar proyectos que desean impulsar y obtener autorización para ello. Con tanta diversidad de comités, las personas pueden participar en aspectos que realmente les interesan y en los que tienen experiencia. La regla en las reuniones de la junta parroquial es cinco minutos para informar y más tiempo si hay que tomar una decisión.

Los miembros de los comités se nombran por un plazo de un año después de la reunión anual en una carta firmada por el rector y el coadjutor principal. Después todos están invitados a una fiesta de fin de año en diciembre, en la casa del rector, en la que junto con el personal celebramos el trabajo que realizamos. Hicimos mucho de esta manera sin que las reuniones de la junta parroquial se convirtieran en combates de lucha libre en las que el resultado habitual era “Sin decisión”. Además, siempre hay una fiesta que esperar a fin de año.