April 22, 2013

Boston Renueva su Esperanza Seguir Adelante

La experiencia de vivir en Boston siendo de o sintiéndose parte de esta gran metrópoli, se ha visto impactada profundamente y en muchas formas, un instante después de que se atentara destruir el corazón de esta bella ciudad con las explosiones que sembraron el terror y la muerte en sus habitantes durante las últimas horas de la maratón del 2013. 

Para muchas personas ha cambiado y tal vez para siempre, el ahora comprendido gran privilegio citadino del ir y venir sin temor alguno, sintiéndose libres de poder disfrutar en familia y en comunidad sentados en un andén o parados en frente de una valla, libres de poder aplaudir, animar, o llorar ante el espectáculo de ver la belleza del cuerpo humano, de transportarnos a un mundo mítico de semidioses altivos, de llenarnos de admiración por esfuerzos de las muchas almas nobles que se esfuerzan y retan su cuerpo para por remediar los males y las dolencias otros cuerpos. Para la población menos afortunada, lo sucedido también es volver a vivir el trauma de la violencia de la cual creyeron huir al refugiarse en este suelo o también lo que temen suceda porque lo han vivido o lo viven a diario en sus entornos.

Irónicamente, sin detenerse, y como intencionalmente querer adornar el pesar de la inesperada e incalculable tragedia, la esperada primavera brota por todas partes en esta ciudad que se jacta de un gran despliegue de calles arboladas y de jardines cambiantes. El sol no ha dejado de brillar haciendo que sus estatuas a los héroes fundadores te cieguen con su luz invitándote a revisar tu historia. Sin quererlo, sus habitantes se han visto enfrentados a ser espectadores de ambos la fuerza de la vida que parece llenarlo todo y el horror del vacío de la muerte.

Los templos y las iglesias se han visto llenos de mujeres y de hombres, de jóvenes y de niños y niñas con rostros dolientes. Han ido en busca de refugio, de poder hallarle sentido a lo inexplicable. Van a escuchar queriendo encontrar palabras de consuelo porque saben que no podrán volver a la vida de antes. Quieren oír que hay remedio para el dolor, que esto ha sido una pesadilla y que al despertar no habrá pasado nada, lo encontrarán todo como entonces.
Los mensajes abundan, nos llegan de diferentes maneras, nos animan a pensar en la fortaleza, en la determinación a no dejarse llevar por el miedo, en la certeza de que saldremos victoriosos, en que tengamos fe porque hay un Dios compasivo, amoroso que está presente constante por siempre en nuestras vidas.

Al final y con el paso del tiempo, la ciudad y sus gentes seguiremos adelante. A lo único a lo que nos podremos aferrar con todas nuestras fuerzas que ahora se ven debilitadas y quizás vulnerables, es a la esperanza en ese Dios que es amor, ese ser que nos ama y que nos acompañará en lo que nos toque vivir de nuevo. Allí es donde está la respuesta que anhelamos ante estos momentos de búsqueda y de acompañamiento.

La respuesta ya se ve en esa esperanza que se percibe por todas partes. Podemos afirmar que este evento fatídico nos ha unido en el dolor, nos ha hecho reflexionar, hay una urgencia de querer compartir, los ojos quieren encontrar otros ojos, el saludo sonriente es más frecuente, el silencio en los altares a las víctimas casi que se rompe a gritos clamando perdón, reconciliación, otra oportunidad de ser.