November 14, 2013

Enormes Cielos Azules y Transiciones

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Me habían dicho que el cielo del oeste de este país es más grande, más audaz. No tenía idea de lo que significara esta afirmación hasta que hice el retiro de los Ejercicios de San Ignacio por 30 días en Tahoe City, California, comunidad a orillas del lago Tahoe. Hay caminos maravillosos alredor del lago y hacía caminatas casi todos los días. Al recorder esas semanas de retiro, lo que más se me ha quedado es el cielo. Hubo un día nubaldo durante mi retiro pero en los demás días había un cielo totalmente despejado, de un azul tan profundo y claro que pensaba uno que podía ver la eternidad. Varias noches, salí al estacionamiento en frente del apartamento donde me hospedaba y me acosté en el concreto a mirar al cielo. Había millones de astros, satelites y estrellas fugaces. Se veía la Vía Láctea, esa nube de telaraña cósmica. ¡Quedaba deslumbrada!

Pero ese cielo era más que un deleite visual. Se convirtió en la señal concreta y visible de una gracia interior que guía al corazón, la mente y el espíritu en momentos de cambio y transición. Yo vivo en un area urbana con mucha humedad, cielos frecuentemente nublados, polución ambiental, muchos edificios y una lista larguísima de quehaceres que ocupan mi tiempo. El trabajo parroquial se trata de lo concreto y de los detalles. Hay que hacer el boletín dominical. Tengo que ir a hacer una visita pastoral. Ese mal-entendido hay que manejarlo para que no se vuelva un problema más serio. Me imagino que no soy la única que tiene que confesar que una gran parte del día lo paso sin mirar al cielo, mirando más bien hacia abajo para tomar el próximo paso con cuidado. Tantas cosas atestan nuestros ministerios cotidianos y limitan nuestra perspectiva. Los cielos de Tahoe me hiceron recordar que hay otra manera de ver las cosas, que podemos medir nuestro trabajo contra un horizonte de la eternidad.

Contra el horizonte de la eternidad, ¿qué aspectos de nuestro trabajo son esenciales? ¿Cuál es la verdadera importancia de una sola decisión, acción, o situación? Al admirar la imensidad del cielo me pregunto si yo y mi comunidad de fe nos hemos fijado metas demasiado pequeñas, demasiado seguras, demasiado limitadas y limitadoras. Un momento de transición conlleva bastante ansiedad—queremos hacer todo perfectamente bien para asegurar los resultados de la próxima parte de la historia. Tratamos de manejar todos los aspectos del cambio y es fácil sentirnos abrumados por tanto detalle. Ya sea que un grupo de líderes de tu comunidad, o tú misma/o seas la persona que enfrenta un momento de transición, vale la pena pasar un rato en un lugar que te permite mirar hacia la infinidad, un lugar que te recuerda que la tierra, nuestro hogar, es un sacramento de la amplitud del amor de Dios. Esa amplitud del amor Dios nos permite ver posibilidades increíbles.