December 6, 2013

La Antorcha Guadalupana

Por medio de estas líneas deseo invitar a todos los que las lean a que sigan con sus oraciones, y si es posible acompañando en persona, a los grupos de hombres, mujeres, jóvenes, niños y niñas provenientes de diferentes regiones geográficas y culturas que participan en la carrera de relevos que desde hace 12 años se viene organizando en pro de los derechos de los pueblos migrantes. La carrera comienza el 24 de septiembre en la Basílica de Guadalupe de la ciudad de México y concluye en la Catedral de San Patricio, en Nueva York, el 12 de diciembre, día en que latinoamericanos y oriundos de otros países celebramos la fiesta de la Virgen de Guadalupe, la Emperatriz de las Américas. El propósito de esta carrera -- que lleva una antorcha como insignia -- es unir a las familias migrantes separadas por los muros fronterizos entre México y Estados Unidos y también pedir al gobierno de EE UU que proteja los derechos de los indocumentados y que haga todo lo posible para lograr la aprobación de una reforma migratoria justa y digna. 

La Antorcha Guadalupana recorre los estados de México, Morelos, Guerrero, Puebla, Oaxaca, Tlaxcala, Hidalgo, Veracruz y Tamaulipas. Cruza la frontera en Matamoros/Brownsville y recorre catorce estados de la Unión Americana: Tejas, Luisiana, Misisipi, Alabama, Georgia, Carolina del Sur, Carolina del Norte, Virginia, Washington DC, Maryland, Delaware, Pennsylvania, Nueva Jersey y Nueva York. Son un total de cinco mil kilómetros que se recorren en setenta y dos días. Más de siete mil personas se unen a esta carrera. 

La antorcha lleva su llama de fuerza y de luz y en las huellas que en ella dejan las manos que la sostienen está el dolor de las familias separadas, pero también la esperanza de que llegue el día en que por fin se derrumben las barreras del odio y del desprecio y sean reemplazadas por la alegría de la aceptación y el derecho concedido a convivir como hermanos y hermanas apoyándonos, cuidándonos, viéndonos y amándonos como miembros distintos pero partes integrales de un solo cuerpo y, ¿por qué no decirlo?, partes del cuerpo de Cristo. 

Me encanta el nombre que han escogido los que marchan como parte de la Asociación Tepeyac de Nueva York: “Mensajeros por la Dignidad de un Pueblo Dividido por la Frontera”. Nuestra lucha bajo la protección de nuestra Virgen de Guadalupe, nuestra adorada “Morenita” es por la dignidad de los pueblos migrantes, la dignidad de los pueblos divididos por murallas humanas, divididos por los miedos de unos que no quieren perder sus privilegios sin darse cuenta de que ese temor a relacionarse con el “otro” les impide llegar a conocer y celebrar lo que somos: seres únicos que no le quitamos nada a nadie, ni quitamos a nadie de en medio. Seres únicos que traemos la invitación entusiasta y humilde de compartir lo que somos y que al compartir enriquecemos a otros pueblos. Por salvaguardar sus privilegios muchos y muchas en contra de la reforma migratoria se aíslan y lamentablemente se pierden el gozo que proporciona el experimentar otras maneras de ser, de sentir, de celebrar y de relacionarse los unos con los otros. Mi invitación es que si tienen la oportunidad dejen sus huellas de esperanza en la Antorcha Guadalupana si llega a pasar por sus ciudades o que vayan a recibirla en su destino final: la Catedral de San Patricio de Nueva York el jueves 12 de diciembre.