February 11, 2014

Amistad

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Mi marido se jubilará dentro de pocos meses. Yo, por mi parte, he iniciado una nueva etapa en mi vocación. Es un privilegio enorme para mí haber aceptado un puesto en la ECF, integrándome a su programa Vital Teams, que ofrecerá programas de desarrollo de liderazgo de equipos. Es un puesto a tiempo parcial que va ocupando cada vez más horas, pero que probablemente no llegará a ser un puesto a tiempo completo. Por ahora también sigo sirviendo a la comunidad de fe en la que me he estado desempeñando desde hace siete años como sacerdote misionera. Esta ocupación sólo me lleva unas pocas horas semanales. Hace por lo menos 25 años que no dispongo de tanto tiempo libre.

Fue el poeta W.H. Auden quien afirmó que “el Tiempo es cómo decidimos amar y por qué” (For the Time Being). Pensé en esa frase el miércoles, sentada con una amiga, gozando de un almuerzo pausado, lleno de risas y momentos de inspiración. Nos reunimos sencillamente porque nos gusta pasar un rato juntas, sin motivo específico ni nada que lograr. Al iniciar mi nuevo horario también pasé un rato largo y ameno hablando con otra amiga que vive lejos de aquí y que se fracturó el tobillo hace poco. Sin poder salir de la casa, mi amiga también disponía de bastante tiempo para charlar. Me despedí consciente de que haber pasado un rato conversando con ella me había llenado de alegría.

Para mí, uno de los pasajes más bellos del Evangelio está en el primer capítulo de Juan. Dos de los discípulos de Juan Bautista, llenos de curiosidad sobre Jesús salen a su encuentro. Él, respondiendo a esa curiosidad, los invita a ver el lugar donde se está hospedando. No se nos dice nada sobre ese lugar: si era una casa, una tienda de campaña o una cueva. Pero sí sabemos que ellos y Jesús pasaron el resto del día juntos. Ese fue el principio de su discipulado. Se exigiría mucho más de ellos e infinitamente más surgiría de ese encuentro. Pero comenzó cuando un pequeño grupo de personas optó por llenar su tiempo con significado y amor estando juntos. Me siento agradecida por los ratos que voy a poder pasar con todos los tipos de gente que fui conociendo a lo largo del camino. Y me siento especialmente agradecida por los ratos que podré pasar en fácil silencio con Aquél que ya no me llama sierva sino amiga.