March 7, 2014

La Importancia de Ofrecer Servicios de Capellanía en la Lengua Nativa de los Pacientes que se Recuperan en los Hospitales

Nunca olvido ni olvidaré la invitación casi alegre a pesar del dolor y la preocupación, ese “sí, entre no más” proveniente de hombres y mujeres, de jóvenes y de personas de avanzada edad a quienes he visitado como visitante pastoral voluntaria en los pisos donde se recuperan pacientes latinos(as) con dolencias y complicaciones del corazón, y que en algunos casos, esperan con ansias la llegada y la posibilidad de un trasplante de ese órgano que ellos y ellas esperan les salve la vida. 

Mi entrada a esos cuartos siempre va acompañada de las miradas de los/las pacientes y a menudo de las de sus familiares o amigos/as. Miradas a veces tristes, a veces alegres, a veces esperanzadas, o las más preocupantes, las miradas de haber ya como abdicado a la lucha por la vida. En cualquier situación en la que se encuentren estos/as pacientes, es evidente que el poder comunicar en su lengua materna los/las lleva casi de inmediato a un espacio personal, muy suyo propio, donde sus espíritus siempre agradecidos(as) pueden compartir sin esfuerzo su fe en Dios y en el poder sanador divino que ha guiado las manos de doctores(as) y enfermeras(os) para devolverles a la vida. 
Mi presencia en esos momentos que considero sagrados, sirve de testigo y de amable compañía a estas declaraciones de amor a Dios, ofrecidas en cualquier postura, con frases sentidas, sencillas, honestas, íntimas, profundas y elocuentes. Son verdaderas oraciones que claman y alaban a un Dios en quien confían plenamente, un Dios a quien le piden con fervor los/las saque adelante y les restaure la salud, un Dios a quien le dan gracias por haberles dado una segunda oportunidad, un Dios compasivo, amoroso a quien le comunican “Que se haga lo que Tú quieras Señor.”

Ante tal expresión de amor y de fe en Dios, la plegaria intercesora repitiendo uno tras otro los deseos de estas almas fervientes, fluye con ternura de mis labios, afirmando con humildad que estamos ante la presencia divina, ante ese Dios presente ahora y siempre, ante Él, nuestro padre y madre, el que verdaderamente nos sana, Él, quien nos da la fortaleza para recuperarnos, para seguir cuidándonos y salir de nuevo al mundo a vivir plenamente esa segunda oportunidad que nos ha concedido. 

Después de saborear el silencio que sin sugerirlo le sigue a estas expresiones de amor y de piedad, los minutos finales de estas visitas tan conmovedoras son para escuchar atentamente la esperanza, los planes para el futuro que todos y todas tienen para cuando les den de alta del hospital. Hay más ánimo y soltura al hablar y yo percibo el deseo de salir recuperados(as) y volver a empezar al lado de los seres queridos. 

AL despedirme con un “Que Dios lo/la bendiga” me llevo conmigo sus sonrisas y el “vuelva a verme mañana”. Aunque no les prometo volver, sé que algunos(as) de ellos(as) pasarán muchos días mejorándose o esperando. Cuando una segunda visita se da, nuevas oraciones fervientes acompañan nuestro encuentro. Cuando ese trasplante no llega a tiempo, mi oración se torna a los/as dolientes que necesitan la esperanza de seguir viviendo con los bellos recuerdos de ese ser querido que ahora y por siempre disfruta del abrazo amoroso de su creador. 

En muchos estados de este país se han promulgado leyes que exigen de los hospitales que se provean servicios de intérpretes médicos a pacientes cuya lengua no es el inglés. Aunque no hay leyes que podrían exigirlo, lo mismo no ha sido establecido de manera constante para con los servicios de capellanía que ofrecen todos los hospitales de este país. Ojalá llegue ese gran día en que podamos decir que hay visitantes pastorales, visitantes eucarísticos y capellanes que hablan y ministran en las lenguas nativas de los pacientes de un hospital. Para mí, es un servicio y un trabajo de amor en Cristo, tan importante como los tratamientos médicos que se ofrecen para la recuperación de un ser humano que esté padeciendo de cualquier enfermedad.